“Venid,
adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante del Señor nuestro Hacedor.” Salmo 95:6
(Leer: Mateo 2:1-12)
Muchas escenas del pesebre muestran a los magos de
oriente visitando a Jesús en Belén al mismo tiempo que los pastores. Sin
embargo, según el Evangelio de Mateo, el único lugar de la Escritura donde se
encuentra esta historia, los magos llegaron más tarde. Jesús ya no estaba en el
pesebre del establo de una posada, sino en una casa. Mateo 2:11 nos dice: «Y al
entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo
adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y
mirra».
Darse cuenta de que la visita de los magos ocurrió más
tarde de lo que se piensa constituye un recordatorio útil al comenzar un nuevo
año. Jesús es digno de ser adorado siempre. Una vez que las fiestas han terminado y volvemos a las rutinas diarias,
seguimos teniendo a Alguien por quien celebrar.
Jesucristo es Emanuel, «Dios con nosotros» (Mateo 1:23),
en todas las épocas del año. Él prometió estar con nosotros «siempre» (28:20).
Entonces, como siempre está con nosotros, podemos adorarlo en nuestro corazón
todos los días y confiar en que seguirá mostrándonos su fidelidad durante los
años que están por delante. Así como los magos lo buscaron, que nosotros
también lo hagamos y lo adoremos dondequiera que estemos.
Señor Jesús, te adoro y te entrego mi vida para hacer tu
voluntad.
Cuando encontramos a Cristo, le ofrecemos nuestra
adoración.
(La Biblia en
un año: Mateo 5:27-48)
JB - (DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")