viernes, 2 de diciembre de 2016

Quien reconoce su pecado... 2 diciembre





Año 1 - Semana: 48 - Día: 7



LEE Salmos 32:1-11 El salmista nos comparte su experiencia personal del perdón divino.


MEDITA. Este es uno de los llamados salmos de arrepentimiento. La lección del agradecido salmista es la siguiente: El que confiesa sus pecados obtiene el perdón divino. Esto, que podría sonar a frase hecha, se ve respaldado por la exclamación de gozo, "dichoso", "bienaventurado", por la que se declara felices a los que reciben el perdón.

Lo anterior es obvio, y también consabido; sin embargo, ¿por qué nos cuesta tanto reconocer nuestras culpas? Desde su vivencia, el salmo nos habla de la dicha de aquel cuyo pecado es cubierto por Dios. (1-2)

Por otra parte, desde nuestras propias experiencias sabemos que el silencio, el no reconocer delante de Dios nuestro pecado, es cargar con un peso. Es como sentirse enfermo (3). ¡Todo por negarnos a confesar delante de Dios!

Conmueve saber que el Señor nos perdona todo "si confesamos nuestros pecados" (1 Jn. 1:9). Es que su misericordia excede todo lo imaginable para el ser humano. El salmista nos da las claves del proceso de confesión y perdón (5). Hacer una declaración es decir todo lo que se tiene que decir. No se pueden omitir los detalles. Confesar es decir con palabras a Dios cuál ha sido el pecado. Recién entonces podemos proclamar: "y tú perdonaste mi maldad y mi pecado". Con toda autoridad se nos invita a orar en los momentos de angustia y se nos da un testimonio vivo de la dicha de saberse y sentirse perdonado.


APLICA. Pídele al Señor que te muestre situaciones que fueron pecaminosas. Nómbralas todas delante del Señor. No pases por alto los detalles. Derrama tu corazón ante el trono de gracia y decide apartarte de toda maldad.


ORA. "Si oculto mis pecados no prosperaré, pero si los confieso y me aparto de ellos alcanzaré misericordia." (Pr. 28:13)



UNIÓN BÍBLICA INTERN. - (Dev. “ENCUENTRO CON DIOS”)









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