“… manto de alegría en lugar del espíritu
angustiado” Isaías 61:3
La alabanza
funciona como una lupa: lo que miras con ella se hace mayor, se “engrandece”.
David escribió: “Engrandeced al Señor conmigo y exaltemos a una Su Nombre”
(Salmos 34:3-4). Es un error esperar a no tener problemas, o menos problemas, o
a que tus problemas estén resueltos para alabar a Dios. La alabanza es una de
las claves bíblicas para la resolución de problemas, porque te hace poner la
mirada en Dios, la persona más capaz de aportar soluciones. Carlos Spurgeon
comentó: “Mis momentos más felices son cuando estoy adorando a Dios, alabando
de verdad al Señor Jesucristo … En esa adoración me olvido de las
preocupaciones de la iglesia, y de todo lo demás. Para mí es lo más cercano a
cómo será en el cielo”
Dios te ha
prometido “manto de alegría en lugar del espíritu angustiado” (Isaías 61:3).
Opera así: cuando empiezas a alabar a Dios con un corazón angustiado, poco a
poco te va inundando un nuevo sentir de esperanza y alegría. La adoración es un recordatorio de que Dios
es más grande que la situación que enfrentas y que no solo Él es capaz de
manejar tus asuntos sino que también está dispuesto a hacerlo, está listo y
esperando el momento. Escribió el salmista: “¡Siete veces al día te alabo…!”
(Salmos 119:164). Llena tu día con alabanza. No solamente hagas pausas para
tomar café; haz también “pausas de alabanza”. Alaba a Dios por dos cosas:
1) Sus atributos. Su poder, amor, gracia,
favor, dirección, etc.
2) Sus hechos. Trae a la memoria las
bondades que ha tenido para contigo. Venga; deja el espíritu angustiado y ponte
el manto de alabanza.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")