“Cada uno debe velar no sólo por sus propios
intereses, sino también por los intereses de los demás.” (Filipenses 2:4 NVI)
¿Te gustaría
que los demás te tengan respeto? Entonces, cuando te cuenten sus luchas y sus logros, no les digas: ‘¡Eso no es nada!
tendrías que ver mi...’ Amán, funcionario del gobierno Persa mencionado en el
libro de Ester, tenía una personalidad egocéntrica. Él “hizo alarde de su
enorme riqueza y de sus muchos hijos, y de cómo el rey lo había honrado en todo
sentido ascendiéndolo sobre los funcionarios y demás servidores del rey”
(Esther 5:11 NVI). Nos consta que nunca se interesó por nadie más que no fuera
él mismo. Además, estaba tan resentido por el favor que el rey había mostrado a
Mardoqueo, un judío, que construyó una horca para ahorcarlo. ¿Y cómo acabó la
historia? El rey ahorcó a Amán en la misma horca que él había levantado para
Mardoqueo. Así que, a menos que quieras tener una soga alrededor del cuello,
¡no hables tanto de ti mismo!
Es muy probable que no seas consciente de ese
defecto en tu carácter. Pídele a Dios que te ayude a darte cuenta y que te
conceda Su gracia para vencerlo. El egocentrismo muere lentamente, así que
empieza con pequeños pasos. Intenta pasar un día entero sin que tus asuntos
sean el centro de todas las conversaciones. Préstale toda la atención a cada
persona que veas y verás cómo tus amistades se multiplican y las relaciones se
profundizan. La palabra de hoy para ti es: “Vela no solo por tus propios
intereses, sino también por los intereses de los demás.” (Filipenses 2:4 NVI).
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")