“… Yo soy la
luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas…” Juan 8:12
(Leer: Juan 8:12-20)
Cada año, durante las semanas previas a la Navidad,
Orchard Road, la franja turística de Singapur, se transforma en un mundo
maravilloso de luces y colores. El propósito de este show de luces es atraer a
los turistas para que gasten su dinero en las numerosas tiendas de la zona. Los
consumidores llegan para disfrutar de las celebraciones, escuchar villancicos
navideños y presenciar espectáculos.
El primer show de luces de Navidad no se produjo gracias
a cables eléctricos, brillos ni luces fluorescentes, sino a que «la gloria del
Señor […] rodeó de resplandor» (Lucas 2:9). Ningún turista la vio, sino solo
unos sencillos pastores que estaban en sus campos. Y no solo eso, sino que le
siguió una inesperada interpretación de un coro angelical, que decía: «¡Gloria
a Dios en las alturas…!» (v. 14).
Los pastores
fueron a Belén para ver si lo que el ángel había dicho era verdad (v. 15). Tras haberlo confirmado, no pudieron callar lo
que habían visto y oído. Entonces, «al verlo, dieron a conocer lo que se les
había dicho acerca del niño» (v. 17).
Muchos hemos oído con frecuencia la historia de la
Navidad. Este año, ¿qué tal si compartimos con otros la buena noticia de que
Cristo, «la luz del mundo» (Juan 8:12), nació para salvarnos?
Señor, esta Navidad quiero reflejar tu luz en mi vida
testificando de ti.
El don del amor de Dios en nosotros puede iluminar toda
oscuridad.
(La Biblia en
un año: 1ª Juan 4:1-21)
C. P. HIA -
(DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")