“...mientras oraba, se abrió el cielo” (Lucas 3:21
NVI)
Cuando Jesús
fue bautizado, la Biblia dice que “mientras oraba ... el Espíritu Santo bajó
sobre Él ... entonces se oyó una voz del cielo que decía: ‘Tú eres mi hijo
amado, estoy muy complacido contigo” (Lucas 3:21-22 NVI). Después de la
crucifixión, los discípulos “...estaban constantemente unidos en oración...”
(Hechos 1:14 NTV) y “tembló el lugar...; todos fueron llenos del Espíritu Santo
y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno” (Hechos 4:31 NVI). Es cierto
que la oración puede ser trabajo duro, pero nuestros momentos más
enriquecedores ocurrirán gracias al tiempo pasado de rodillas. Dios usa la
oración para llevar a cabo cosas que no hubieran sucedido de ninguna otra
forma.
Henry Blackaby
comenta: “Cuando oramos, nuestra atención se centra en Dios y estamos más
receptivos para encaminar nuestra vida hacia Su voluntad. ¡Él no nos va a llenar de Su poder si salimos corriendo a nuestros
siguientes compromisos! Su Espíritu no nos fortalecerá si no hacemos caso a
lo que nos dice. Él exige toda nuestra atención ... Jesús les dijo a sus
discípulos que debían orar siempre, sin desanimarse (véase Lucas 18:1). Si te comprometes a pasar tiempo orando, Dios
actuará en tu vida de la misma forma que lo hizo con Jesús y con sus discípulos
... No fueron las oraciones fervientes de ellos el día de Pentecostés las que
provocaron el derramar del Espíritu Santo; pero esa oración los preparó para
participar en el poderoso plan que Dios ya había dispuesto”.
La Biblia
relata: “Muy de madrugada ... Jesús ... se fue a un lugar solitario, donde se
puso a orar” (Marcos 1:35 NVI). Además, antes de escoger a sus discípulos, Él
“pasó toda la noche en oración a Dios” (Lucas 6:12 NVI). Si le llevó a Jesús
toda una noche en oración para conocer la voluntad del Padre, ¿Qué te hace
pensar que tú podrás conocerla en unos minutos apresurados?
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")