“Bendice, alma
mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.” Salmo 103:2
(Leer: Salmo 116:5-9)
¿Te hablas a veces interiormente? En ocasiones, mientras
trabajo en algún proyecto (por lo general, debajo del capot de un automóvil),
me resulta útil pensar en voz alta para evaluar qué hacer para mejorarlo. Si
alguien me descubre en mi «conversación», me da un poco de vergüenza; aunque la
mayoría de la gente habla sola en algún momento del día.
En Salmos, los escritores solían hablarse a sí mismos. El
autor del Salmo 116 no es la excepción. En el v. 7, escribe: «Vuelve, oh alma
mía, a tu reposo, porque el Señor te ha hecho bien». Recordarse a sí mismo la bondad y la fidelidad de Dios en el pasado le
resultaba de ayuda y consuelo en el presente. Con frecuencia, vemos
«conversaciones» similares en los Salmos. Así, David se dice a sí mismo en el
Salmo 103:1: «Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su santo
nombre». Y en 62:5, afirma: «Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él
es mi esperanza».
Es bueno recordarnos la fidelidad de Dios y la esperanza
que tenemos en Él. Podemos seguir el ejemplo del salmista y pasar un tiempo
mencionando las numerosas maneras en que el Señor ha sido bueno con nosotros.
Hacerlo nos incentivará. El mismo Dios que ha sido fiel en el pasado seguirá
amándonos en el futuro.
Señor, quiero mantener mi corazón en contacto contigo.
Recordar la bondad de Dios puede mantenernos llenos de su
paz.
(La Biblia en
un año: 1ª Juan 1:1-10)
JB - (DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")