“He servido con gran celo al Señor...” (1 Reyes
19:10 NTV)
Cuando Elías
huyó al desierto y se escondió en una cueva, Dios le preguntó: “...¿Qué haces
aquí, Elías?” (1 Reyes 19:9), a lo que el profeta respondió: “...He sentido un
vivo celo por el Señor ... porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han
derribado tus altares y han matado a espada a tus profetas. Sólo yo he quedado
y me buscan para quitarme la vida” (1 Reyes 19:14). Otra causa de la depresión es
asumir culpas que no te corresponden. Cuando asumimos responsabilidades que
Dios nunca nos dio, la carga resulta demasiado pesada. Si estás acostumbrado a
ayudar a los demás, te habrás dado cuenta de que no siempre responden como
esperarías, ya se trate de tus hijos, tus amigos, tu cónyuge o los compañeros
de trabajo. La gente reacciona de muchas
maneras diferentes y tú no puedes asumir la responsabilidad de su
comportamiento.
Dios nos ha
concedido a cada uno de nosotros libre albedrío, y cuando asumes
responsabilidades por las decisiones de otros, te pones una carga encima que lo
único que hace es deprimirte. En el mejor de los casos, podrás influir en
otros, pero nunca controlarlos. La última decisión la tienen ellos, así que no
te dejes deprimir por algo que no puedes controlar. Cuando sabes que has hecho
lo que Dios te ha pedido, confía en que Él hará lo que tú no puedes. Siempre
que trates de convencer, controlar o cambiar a alguien, te vas a desilusionar.
La Biblia dice: “...Dios es el que en vosotros [y en otros] produce así el
querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13). Entonces,
cuando hayas hecho tu parte, retírate y deja que Dios haga la suya.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")