“...Señor
... Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados” (1 Reyes 19:4 NVI)
Otra causa de
la depresión es compararnos con otros. Pensamos: ‘Si fuera como fulano o
mengano sería feliz’. Cuando te comparas con otros te metes en problemas (véase
2 Corintios 10:12). Solo hay una persona que debes procurar ser: tú mismo.
Cuando tratas de imitar a alguien y actuar como él o ella, te deprimes. Tienes
que ser sincero contigo mismo y ser quién eres. Eso es lo único que Dios quiere
y espera. Cuando nos comparamos con otros, caemos en otra trampa: equiparamos
nuestras debilidades con sus habilidades. Nos olvidamos de que es probable que
tal persona tenga puntos débiles ahí donde nosotros somos fuertes.
A veces hasta
intentamos motivarnos con autocrítica y condenación. Y lo hacemos a través de muchos “debería”: ‘Debería ser como tal
persona. Debería comportarme mejor. Debería ser capaz de cumplir eso.
Debería ser capaz de dejar aquello’. No nos damos cuenta de que flagelarnos
verbalmente no va a cambiar nada. Cuando atosigamos a alguien, la persona no
reacciona como esperamos; atosigarnos a nosotros mismos tampoco funciona. ¿Qué
hacer, entonces? Vuelve a programar tu mente con la Palabra de Dios. “Mediante
su divino poder, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para llevar una vida
de rectitud. Todo esto lo recibimos al llegar a conocer a aquel que nos llamó
... y nos ha dado grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible
que [participéis] de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del mundo,
causada por los deseos humanos” (2ª Pedro 1:3-4 NTV).
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")