“… sea tu
limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” Mateo 6:4 (Leer: Mateo 6:1-6)
Carina se esfuerza muchísimo para que la gente la admire.
Se muestra feliz casi todo el tiempo para que los demás lo noten y la elogien
por su actitud. Algunos la felicitan porque la ven ayudar a personas de la
comunidad. Sin embargo, cuando se sincera, admite: «Amo al Señor, pero, en
cierto modo, siento que mi vida es solo una apariencia». Una sensación de
inseguridad se esconde detrás de sus esfuerzos por intentar quedar bien ante
los demás, y reconoce que ya no puede seguir así.
Tal vez todos nos identifiquemos en algo, ya que es
imposible tener motivaciones perfectas. Amamos
al Señor y a los demás, pero lo que nos mueve en la vida cristiana suele
mezclarse con el deseo de ser reconocidos o valorados.
Jesús habló de los que dan, oran y ayunan para que los
vean (Mateo 6:1-6). En el Sermón del Monte, enseñó: «sea tu limosna en
secreto», «cerrada la puerta, ora a tu Padre» y «cuando […] ayunen, no se
muestren afligidos (vv. 4, 6, 16 [RVC]).
Aunque el servicio suele hacerse en público, quizá un
poco de auxilio anónimo podría ayudarnos a aprender a valorar lo que Dios opina
de nosotros. El que nos creó a su imagen nos valora tanto que entregó a su Hijo
y nos muestra su amor cada día.
Señor, perdóname por desear el elogio de los demás más
que el tuyo. Ayúdame a tener motivaciones puras.
El deseo de agradar a Dios debería ser nuestra mayor
motivación para obedecerlo.
(La Biblia en
un año: Hebreos 12:1-29)
ANNE CETAS - (DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")