“Dios … sembró la eternidad en el corazón humano…” (Eclesiastés 3:11 NTV)
¿Por qué miles
de niños mueren de hambre a diario mientras que todas las noches en los países
más ricos del mundo se tira suficiente comida para alimentarlos? En los 3.500
años de civilización registrada en documentos escritos, solamente 268 años han
transcurrido sin guerra en algún lugar del mundo. Y sin embargo durante ese
mismo periodo se firmaron 8.000 tratados de paz. ¿Por qué la rayita que separa
la fecha de nacimiento y la fecha de defunción de las lápidas es tan pequeño?
Algo nos dice que este lugar no es bueno, ni justo, que la tierra no es nuestro
hogar. ¿Quién colocó esos pensamientos en nuestra mente? La Biblia dice: “Dios
… sembró la eternidad en el corazón humano…” (Eclesiastés 3:11 NTV). Como hijo
redimido de Dios tu vida en la tierra no es más que el principio. Es la primera letra, de la primera frase,
del primer capítulo, de la gran historia que Dios está escribiendo.
Somos como
palomas mensajeras: tenemos un detector innato que nos lleva a casa. Nos
dirigimos hacia el cielo y lo anhelamos. Eso no significa que debas vivir en
las nubes sin ocuparte de ninguna de las cosas de tierra. Si quieres oír las
palabras “Bien hecho, mi buen siervo fiel” (Mateo 25:21 NTV), tienes que ser un
siervo de Dios bueno y leal todos los días de tu vida en la tierra. Su mandato
es: “Buscad primeramente el reino de Dios…” (Mateo 6:33). En el plan de Dios
todo gira alrededor del Rey y de Su Reino. Él escribió el guión: “A su debido
tiempo, Dios reunirá todas las cosas y las pondrá bajo la autoridad de Cristo, todas
las cosas que están en el cielo y también las que están en la tierra” (Efesios
1:10). La Biblia acaba con estas palabras: “El que da testimonio de estas cosas
dice: Ciertamente vengo en breve. ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!” (Apocalipsis
22:20). ¿Cómo puedo ir al cielo? Poniendo tu confianza en Jesucristo.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")