“… qué pide el
Señor tu Dios de ti, sino […] que andes en todos sus caminos, y que lo ames…” Deuteronomio 10:12 (Leer: Deut. 10:12-22)
En una zona remota de Ghana, donde viví cuando era chico,
un proverbio común era: «A la hora de comer, nada de amigos». La gente del
lugar consideraba descortés visitar a alguien a esa hora porque la comida solía
escasear. La máxima también se aplicaba a los vecinos y los extranjeros.
Sin embargo, en Filipinas, donde también viví, aunque no
avises que los visitarás a la hora de comer, los anfitriones insistirán en que
comas con ellos, sin importar que no haya suficiente para todos. Cada cultura
tiene sus razones.
Cuando los
israelitas salieron de Egipto, Dios dejó instrucciones sobre cómo proceder. No obstante, las normas no siempre cambian el corazón.
Por eso, Moisés dijo: «cambia la actitud de tu corazón y deja de ser terco
(Deuteronomio 10:16 NTV). Luego, agregó algo sobre el trato a los extranjeros:
Dios «demuestra amor a los extranjeros que viven en medio de ti y les da ropa y
alimentos. Así que tú también tienes que demostrar amor a los extranjeros»
(18-19).
Israel servía al «Dios de dioses y Señor de señores, Dios
grande, poderoso y temible» (v. 17). Una manera poderosa de identificarse con
Él era amando a los extranjeros; los de otras culturas.
¿Qué significa esto hoy para nosotros? ¿Cómo podemos
mostrar su amor a los marginados y los necesitados?
Señor, ayúdame a mostrar hoy tu amor.
En Cristo, no hay extranjeros.
(La Biblia en
un año: Efesios 5:17-33)
TIM GUSTAFSON -
(DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")