“Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no
son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de
manifestarse.” Romanos 8:18 (Lea: Romanos 8:18-25)
El tema de este
versículo y los próximos nueve versículos es que una gloria incomparable nos
espera, una gloria que no se puede describir, mayor que cualquier cosa con la
que se pueda comparar en la tierra. Una expectativa magnifica y fantástica nos
espera. A través de todas las Escrituras ha habido un hilo de esperanza, un
rumor de esperanza que corre a través de todo el Antiguo Testamento, a través
de las Escrituras proféticas, y en el Nuevo Testamento. Este rumor habla del
día por venir cuando todo el daño y la angustia y la injusticia y la debilidad
y el sufrimiento de nuestra experiencia presente serán explicadas y
justificadas, y resultarán en un tiempo de increíble bendición sobre la tierra.
El susurro de esto en el Antiguo Testamento incrementa en intensidad al
acercarse al Nuevo Testamento, donde te encuentras con proclamaciones como esta
que hablan de una gloria incomparable que ha de venir.
Tenemos una tendencia a tomar cuidadosas notas de nuestro
sufrimiento. Justamente el otro día, recibí una carta de un hombre que había
escrito en detalle extremo un informe de su operación reciente. ¡Dijo que había
tenido que escuchar todos los informes de otras personas durante años y ahora
le tocaba a él! Hacemos informes detallados de lo que pasamos en nuestros
sufrimientos. Pero el apóstol dice: “¡Ni siquiera los menciones! No son dignos
de ser mencionados en comparación con la gloria que viene”.
Ahora, esa declaración
sería simplemente fanfarronería, si no viniera de un hombre como Pablo. Aquí
está un hombre que sufrió intensamente. Le dieron palizas, fue apedreado con
piedras, fue encadenado, fue encarcelado, estuvo en naufragios, paso hambruna,
a menudo tenía hambre y frío y estaba desnudo. Sin embargo, es este apóstol que
toma su pluma en mano y dice: “Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo
presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de
manifestarse”. La gloria que ha de venir es incomparable en intensidad.
Nuestros sufrimientos
nos hacen daño, lo sé. No estoy intentando decir que no sea así ni disminuir el
terrible dolor físico y emocional que pueden traer los sufrimientos. Puede ser
horrible, casi insoportable. Su intensidad puede incrementar a tal grado que
gritamos con terror y dolor. Pensamos que no podemos soportarlo más. Pero el
apóstol está diciendo que la intensidad de los sufrimientos que experimentamos
no es ni siquiera una gota en el mar en comparación con la intensidad de la
gloria que ha de venir. Puedes ver que
Pablo está presionando el lenguaje tratando de describir esta cosa fantástica
que está a punto de pasar, que llama la manifestación de la gloria
venidera.
Esta gloria no es sólo
incomparable en su intensidad, sino que es incomparable en su localidad. No nos
va a ser revelado a nosotros, sino en nosotros. La palabra literalmente
significa “en nosotros”. Esta gloria no va a ser un deporte que podemos
observar, donde nos sentaremos en las gradas cósmicas para observar una
actuación entretenida o bella en la cual no participamos. Vamos a estar en el
escenario. Vamos a estar involucrados en ello. Es una gloria que será “revelada
en nosotros”, y somos parte de ella.
Esta es la increíble
gloria que Dios ha preparado para aquellos que le aman, que nos ha dado a
nosotros, no porque hayamos sido fieles, no porque nos lo hayamos ganado, sino
porque somos herederos de Dios y coherederos con Cristo. Todos los cristianos
sufren. No hay excepciones. Si eres un verdadero y genuino creyente en
Jesucristo, vas a sufrir. Pero no sólo somos dados el privilegio de sufrir con
Él ahora, sino de compartir en Su gloria que ha de venir. Podemos padecer el
sufrimiento, y hasta triunfar en él, porque vemos la gloria que ha de seguir.
ORACIÓN. Señor, gracias por la
gloria que me espera. Ayúdame a padecer el sufrimiento con júbilo a causa de la
esperanza que me has dado.
APLICACIÓN PARA LA VIDA. ¿Qué efecto tiene la expectación de
la gloria prometida en nuestra visión y experiencia de sufrimiento? ¿Hicieron
los sufrimientos de Pablo que fuera más o menos enfocado en sí mismo?
RAY STEADMAN - (Dev. "EL PODER DE SU PRESENCIA")