DIOS EN MEDIO DE
Por Samuel Pérez Millos
“Jehová marcha en la tempestad y el
torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies” (Nahum 1:3b)
Estaba en un verano con mi familia en una casa de montaña.
Repentinamente grandes nubes se levantaron sobre el lugar donde estaba la casa;
en pleno día se produjo una sorprendente oscuridad, el viento hacía crujir los
grandes árboles del entorno, una lluvia intensa comenzó a caer y, en medio de
todo esto, los truenos empezaron a retumbar sobre la montaña de tal manera que
sentíamos como si la casa se estremeciera. Mis hijos estaban completamente
asustados, alguno comenzó a llorar, y uno de ellos me dijo: Papá, no va a
pasarnos nada ¿verdad? –No, le dije, además debéis saber que el Dios que
permite la tormenta, es el mismo Dios que nos ama y tiene cuidado de nosotros.
Hoy leía este texto, que siempre relacioné con la omnipotencia de Dios,
aunque el profeta lo usa como advertencia del juicio divino que vendría sobre
un pueblo rebelde. Dios se manifiesta rodeado de grandeza, la tempestad expresa
su gloria y el torbellino manifiesta su Majestad. Las nubes más densas son
simplemente la expresión de Su soberanía. Pero, cuando lo leí hoy me di cuenta
que tiene una aplicación personal muy importante.
Las dificultades forman parte de la experiencia de la vida cristiana. No
importa dónde se viva, ni el momento en que se viva, allí van a producirse
dificultades. El mismo Señor lo advirtió cuando dijo: “En el mundo tendréis
aflicción”. Podrán venir incluso desde el mismo entorno de la iglesia; podrán
surgir dentro de la familia; podrán proceder de otros lugares, pero en algún
momento habrá dificultades. Las tormentas de la vida conmocionan muchas veces
nuestra paz. Nadie pude olvidar que el nacimiento de una persona va siempre
acompañado de lloro. Las lágrimas formarán parte de muchos momentos de la vida.
Pero, en medio de las tormentas más intensas, en medio de las circunstancias
más adversas, en medio de los momentos más difíciles, cuando en el entorno solo
se siente el viento huracanado de la prueba, el turbión violento de la
angustia, los truenos de la inquietud que sacuden nuestra vida y parece que van
a destruirnos con su furia, cuando apenas se puede distinguir algo de luz para
seguir caminando, ahí mismo, sobre esas situaciones Jehová marcha en la
tempestad y el torbellino. Quiere decir que el Señor está en el control.
Es verdad que pudiera parecer que el viento va a derribarnos, que los
torrentes impetuosos de la lluvia va a arrastrarnos, pero, debemos entender que
sobre esas situaciones, el torbellino y las nubes son el polvo de sus pies. Es
decir, el Soberano orienta todo conforme a Sus propósitos para nosotros. Esas crisis violentas contribuirán más
tarde o más temprano a Su gloria y a la consolidación de nuestra fe. El
Eterno que rompe los cedros, puede también contrarrestar lo que viene contra
nosotros. Es el que hará en nuestras
vidas renacer la calma y la esperanza, para conducirnos según Su propósito.
Miremos ahora, por encima de las nubes y de la tormenta, allí está
controlándolo todo Aquel que nos ama sobre todo. Cada sonido del trueno, cada
bramido del temporal es su misma voz que nos dice: “No temas, yo estoy
contigo”.