“Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus
de los justos que han llegado a la perfección.”
Hebreos 12:23
Quizá el punto
principal por el que Cristo recibirá la gloria será la absoluta perfección de
todos los santos. Ellos estarán «sin mancha ni arruga ni ninguna otra
imperfección» (Efesios 5:27). Todavía no hemos experimentado qué es la
perfección y, por tanto, casi no la podemos concebir; consideramos nuestros pensamientos
demasiado pecaminosos como para que nos puedan ofrecer una idea completa de lo
que debe ser la perfección absoluta. Pero no tendremos pecado en nosotros,
porque nos presentaremos «intachables» ante el trono de Dios (Apocalipsis
14:5), y nunca más nos sentiremos propensos a pecar. La voluntad no estará inclinada a la maldad, sino que estará para
siempre centrada en lo que es bueno. Los sentimientos nunca más serán
egoístas; estarán sometidos a Cristo. Nunca se equivocarán. No habrá dulce o
amargo, serán «perfectos, así como su Padre celestial es perfecto» (Mateo
5:48), y en verdad, hermanos, el que hace estas cosas en nosotros nos parecerá
maravilloso. Adoraremos y admiraremos a Cristo por sus grandiosos resultados.
¡Oh, Maestro todopoderoso, con qué extraña mezcla trabajaste para convertir
este hombre inclinado a la morosidad en una gran masa de amor! ¿Cómo trabajaste
con este monstruo de codicia, solo interesado en su propio beneficio, para que
pasara a encontrar todo su beneficio en ti? ¿Cómo venciste ese espíritu
orgulloso, ese espíritu inconstante, ese espíritu perezoso, ese espíritu
lujurioso, cómo te las arreglaste para eliminar todo eso? ¿Cómo extirpaste de
tu redimido la raíz principal del pecado, y cada pequeña raíz de pecado que
quedó, de modo que ni siquiera quedara una pequeña fibra?
(A través de la Biblia en un año: Hebreos 10-11)
CHARLES SPURGEON - (Dev. “A LOS PIES DEL MAESTRO”)


