“… haciendo lo
recto ante los ojos del Señor.” 2
Crónicas 20:32 (Leer: 2 Cr. 17:1-11;
20:32)
Un exitoso empresario cristiano nos compartió su historia
en la iglesia. Fue sincero sobre sus luchas con la fe y su gran riqueza, y
declaró: «¡La riqueza me asusta!».
Citó la afirmación de Jesús: «es más fácil pasar un
camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios» (Lucas
18:25), y mencionó la historia del rico y Lázaro, en Lucas 16:19-32, en la que
el rico termina en el infierno. La parábola del «joven rico» (Lucas 12:16-21)
también lo perturbaba.
Pero, después, este empresario declaró: «He aprendido una
lección de la conclusión de Salomón sobre la abundancia de riquezas: todo es
“vanidad”» (Eclesiastés 2:11). Salomón decidió no permitir que la riqueza se
interpusiera en su devoción al Señor. Su deseo era servirlo con sus bienes y
ayudar a los necesitados.
A través de los
siglos, Dios ha bendecido materialmente a algunas personas. En 2 Crónicas 17:5, leemos sobre Josafat: «El Señor […]
confirmó el reino en su mano […] y tuvo riquezas y gloria en abundancia». Pero
el rey no se enorgulleció, porque estaba consagrado de corazón al Señor (v. 6;
ver también 20:32).
El Señor no está en contra de la riqueza, pero sí se
opone a adquirirla de manera incorrecta y usarla mal. Él es digno de la
devoción de todos sus seguidores.
La gratitud genera satisfacción. ¿Por qué estás
agradecido?
Con o sin riquezas, un corazón consagrado agrada a Dios.
(La Biblia en
un año: Salmos 40-42 – Hechos 27:1-26)
ACHARLES - (Devocional “NUESTRO PAN DIARIO")