“Hace mucho tiempo se me apareció el Señor y me dijo: «Con
amor eterno te he amado; por eso te sigo con fidelidad»” Jeremías 31:3
Entre el gran corazón
del cielo y este pobre palpitante corazón en la tierra se establece el amor, un
amor del tipo más querido, verdadero y fiel. De hecho, el amor de una mujer, el
amor de una madre, el amor de un cónyuge no es más que agua, pero el amor de
Dios es vino; estas con cosas terrenales pero el amor de Dios es celestial. El
amor de una madre refleja el amor de Dios, así como una gota de rocío refleja
al sol; pero así como la gota de rocío no circunda a ese orbe poderoso, ningún
amor que lata en el seno humano podrá jamás circundar, así como ninguna palabra
puede expresar la altura, la profundidad, la longitud y la anchura del amor de
Dios que es en Cristo Jesús, nuestro Señor.
«Te he amado». Acércate
entonces, cristiano. Tu Padre, aquel que ayer te castigó, te ama; aquel de quien tan a menudo te olvidas, y a
quien ofendes constantemente, aún te ama. Tú sabes lo que es amar. Traduce
al amor que sientes por tu amigo más querido, míralo y di: «Dios me ama de
manera todavía mejor». Él llevó tus pecados, tus penas, tu muerte, tu tumba,
para que tú pudieras recibir el perdón, ser aceptado y recibir el favor divino
y así vivir y ser bendecido para siempre.
(A través de la Biblia en un año: Juan 5-6)
CHARLES SPURGEON - (Dev. “A LOS PIES DEL MAESTRO”)


