lunes, 16 de febrero de 2015

Salvados para servir 16 febrero




“Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros.”  Jn 13:13-14


Al tomar el cuenco, la jarra y la toalla para lavar los pies de sus discípulos, puedes ver la humildad de su disposición. Y enseguida, después de esto, lo ves entregándose a sí mismo, su cuerpo, su alma y su espíritu para servirnos. Y qué si digo que incluso en este mismo momento, como el Hijo del hombre en el cielo, él sigue haciendo una especie de servicio para su pueblo. Por amor a Sión él no guarda silencio y por amor a Jerusalén él no descansa sino que sigue intercediendo por aquellos cuyos nombres lleva en su corazón.

Escuchen pues, todos ustedes, y que todo el que lo escuche aclame ese hecho misericordioso. Sean santos o pecadores, ya salvos o sedientos del conocimiento de la salvación, debe aceptarse la idea de que la encomienda de Cristo no era engrandecerse a sí mismo sino beneficiarnos a nosotros. Él no vino a ser servido, sino a servir. ¿No te viene esto bien a ti, pobre pecador, tú que nunca le serviste, tú que no podrías, como estás, ministrarle a él? Bueno, él no vino a buscar tu servicio, él vino a dar sus servicios, no para que primero tú le muestres honor sino para mostrarte misericordia. ¡La necesitas tanto! Y ya que él no ha venido a buscar tesoros sino a conceder riquezas inescrutables, no para buscar muestras de salud sino ejemplos de enfermedad sobre los cuales el arte sanador de su gracia pueda operar, de seguro hay esperanza para ti.


(A través de la Biblia en un año: Lucas 3-4)


CHARLES SPURGEON - (Dev. “A LOS PIES DEL MAESTRO”)







TRADUCCIÓN