"...Desead, como niños recién nacidos, la
leche espiritual no adulterada..." 1 Pedro 2:2
¿Cómo desea la
leche un niño recién nacido? Con unas ansias que no puedes imaginar a menos que
hayas oído llorar a uno cuando se despierta desesperado a medianoche. Al bebé
no le importa que hayas trabajado duro ese día, que sea muy tarde o que haya
comido hace sólo una hora. Su existencia es descomplicada y no hay más que una
cosa en su mente: quiere comer, ¡ya! ¿Cuándo fue la última vez que tu estómago
espiritual rugía tanto a medianoche que tuviste que levantarte y alimentar tu
alma con la Palabra de Dios? Así es como Pedro habló del asunto: "Por lo
tanto, abandonando toda maldad y todo engaño, hipocresía, envidias y toda
calumnia, desead con ansias la leche
pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así, por medio de ella,
creceréis en vuestra salvación, ahora
que habéis probado lo bueno que es el Señor" (1 Pedro 2:1-3 CST).
Fíjate en las
palabras "habéis probado". Cuando
has probado lo auténtico ya no puedes sobrevivir con comida basura, porque tus
papilas gustativas espirituales ya no te dejan. Es imposible engañar a un
niño cuando tiene hambre, como tampoco puedes engañar a tu boca. Cuando mezclas
algo en la leche del niño que no le conviene su estómago lo rechaza. ¿Nunca has
visto a un bebé vomitando como un proyectil? La comida basura está para que
llenes rápido la barriga, pero no es alimento sano ni nutritivo. Para saber si
estás mal nutrido o subdesarrollado espiritualmente, comprueba los síntomas que
cita el apóstol Pedro: la malicia, el engaño la hipocresía, las envidias y las calumnias.
Para evitarlo, abre la Biblia hoy y ora: 'Señor, dame hambre de Tu Palabra'.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")