“La oración del justo es poderosa y eficaz.” Santiago 5:16
Nunca desistas en tus
oraciones. Ningún tiempo es malo para orar. El resplandor de la luz del día no
debe tentarte a desistir y la oscuridad de la medianoche no debe hacerte
interrumpir tu clamor. Yo sé que uno de los objetivos principales de Satanás es
hacer que los cristianos dejen de orar, porque si él pudiera aunque fuera una
vez levantar el arma de la oración, fácilmente nos vencería y nos tomaría como
su presa. Pero mientras sigamos clamando al Altísimo, Satanás no puede devorar
ni a la más débil de las ovejas del rebaño. La oración, la oración poderosa,
prevalecerá si se le da el tiempo necesario.
Y aunque nunca desistas
de confiar ni de orar, crece con más fervor en ambas. Deja que tu fe esté aún más dispuesta a renunciar a toda dependencia
que no sea en Dios, y deja que tu clamor se vuelva más y más vehemente. La
puerta de la misericordia no se abre con cualquier toque, el que prevalezca
debe sujetar bien la aldaba y dejarla caer una y otra vez, y otra vez y otra
vez. Como dice el viejo refrán puritano: «Las oraciones frías piden denegación,
las oraciones que prevalecen son las oraciones calientes». Trae tus oraciones a
la puerta del cielo como si fueran un antiguo ariete y ábrela a la fuerza con
violencia sagrada porque «el reino de los cielos sufre violencia, y los
violentos lo arrebatan» (RVR, 1960). El que vaya a prevalecer con Dios debe
ocuparse de que toda su fuerza caiga sobre sus oraciones.
(A través de la Biblia
en un año: Mateo 25 - 26)
CHARLES SPURGEON - (Devocional “A los Pies del Maestro”)


