“Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva
de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor.” Rom 6:23
Ahora bien, esta
tendencia es la misma en cualquier caso: «la paga del pecado es muerte» en
cualquier lugar y para todo el mundo. Es así no solo donde puedes verlo
operando en el cuerpo sino también donde no puedes verlo. Tal vez te sorprendas
cuando te diga que la paga del pecado es muerte incluso en el hombre que tiene
vida eterna. El pecado tiene el mismo carácter mortífero en uno y en otro, y
solo existe un antídoto.
Tú, mi hermano
cristiano, no puedes caer en el pecado sin que este te resulte venenoso, al
igual que le sucede a todos los demás, de hecho, para ti es más venenoso que
para los que ya están endurecidos por este. Si pecas, esto destruye tu gozo, tu poder en la oración, tu confianza
en Dios. Si has pasado noches de frivolidad con personas mundanas, has
sentido la influencia mortífera de su compañía. ¿Y qué de tus oraciones por las
noches? No puedes acercarte a Dios. La operación del pecado sobre tu espíritu
es más que dañina a tu comunión con Dios. Eres como un hombre que ha tomado una
droga nociva cuyo humo está aturdiendo el cerebro y adormeciendo el corazón. Si
tú, siendo un hijo de Dios, caes en cualquiera de los pecados que tan
fácilmente te asedian, estoy seguro que nunca verás que esos pecados despiertan
tu gracia ni aumentan tu fe, por el contrario, te harán más y más daño y así
será continuamente.
(A través de la Biblia
en un año: Génesis 33-36)
CHARLES SPURGEON - (Devocional “A los Pies del Maestro”)