lunes, 12 de enero de 2015

NUEVAS FUERZAS 12 enero

NUEVAS FUERZAS



Por Alberto I. González Muñoz






“Por lo demás, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza.”  Efesios 6:10

“El da fuerzas al fatigado, y al que no tiene fuerzas, aumenta el vigor.”  Isaías 40:29


Hace muchos años afronté una de las situaciones más difíciles de mi vida. No voy a compartir los detalles, pero sí diré que estaba en un lugar en contra de mi voluntad y que las circunstancias en las que se encontraba mi vida y las de otros muchos que conmigo sufrían lo mismo eran terribles. Padecíamos vejaciones constantemente y se nos amenazaba con que nunca saldríamos de allí. Con veintidós años, sobrellevar cada día esas condiciones fue muy difícil para mí. Al principio tuve un buen espíritu, me animaba la esperanza de que pronto todo terminaría, pero poco a poco caí en un estado depresivo que consumió mis fuerzas y puso a prueba mi fe.

Una noche, tras un día de trabajo agotador y tras haber contemplado una tremenda injusticia sin atreverme a hacer nada para evitarla, me sentí tan miserable que pensé haber llegado al borde de mis fuerzas. Cuando al fin me acosté en la hamaca que me servía de cama, me tapé hasta la cabeza e hice la oración más desesperada de mi vida: “Señor, no quiero despertar mañana, ¡no quiero vivir más, no tengo fuerzas para continuar aquí”.

Puedo asegurar a quienes lean estas líneas que fue una oración sincera. Pedí a Dios la muerte con todo mi corazón. Al otro día, tal como bien pueden imaginar, desperté en el mismo lugar y en la misma condición. Enfrenté de nuevo situaciones iguales a las que me hicieron sentir exhausto el día anterior, pero descubrí que aunque creí no tener fuerzas, sí las tenía.



Entonces recordé un famoso pasaje del libro de Isaías: “…no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? …El da esfuerzo al cansado y multiplica las fuerzas del que no tiene ningunas. …los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas…”

Hoy me río del joven inexperto y cobarde que creyó estar aniquilado por circunstancias adversas. En realidad, en aquel momento ignoraba que después de aquella oración Dios no solo me daría fuerzas para vivir aquel día sino ¡dos años más en la misma situación! También ignoraba todas las bendiciones y experiencias felices que llegarían a mi vida en un futuro que, entonces, era incapaz de vislumbrar.

Hoy, a muchos años de distancia de aquella experiencia, me doy cuenta de que Dios fue muy generoso al no contestar mi oración y dándome fuerzas y esperanzas para seguir viviendo. ¡Cuántas bendiciones hubiera perdido si él hubiese atendido mi petición aquella noche horrible! Si alguna persona que lea estas líneas está cansada y abatida, sufriendo lo que cree no poder sobrellevar, clame a Dios con todas las fuerzas de su alma.

Tal vez Dios no te conceda exactamente los deseos actuales de tu corazón, pero te aseguro que tiene recursos insospechados para ayudarte y bendiciones sin límites para derramar sobre ti… después. ¡Él lo hizo conmigo! ¡Dios les bendiga!









TRADUCCIÓN