"...Todos ustedes juntos son el templo de Dios..." 1 Corintios 3:16
Un niño estaba jugando
afuera cuando el vecino le preguntó dónde estaba su hermano. 'En casa'
respondió. 'Estábamos tocando un dueto de piano, ¡pero yo acabé primero!' Eso
no es lo que Dios tenía en mente cuando nos llamó a que trabajáramos juntos; no
estamos compitiendo. En los tiempos bíblicos los escudos de los soldados
romanos estaban hechos de tal manera que podían engancharse, literalmente, los
unos a los otros. Cada hombre luchaba a favor de toda la fila. Pablo hace una lista de aquellos a quienes
estaba "enganchado", y los llamó sus "colaboradores" (Romanos
16:3). Y dirigiéndose a la iglesia escribió: "...Todos ustedes juntos son
el templo de Dios... Todo les pertenece a ustedes, y ustedes pertenecen a Cristo..." (1
Corintios 3:16, 22-23 NTV). Destaquemos lo
siguiente:
1) Sólo tendremos todo lo que necesitamos si permanecemos
juntos.
2) Lo importante es a quién le pertenecemos, no lo que nos
pertenece.
Dicen los expertos que
necesitamos oír la misma cosa al menos siete veces antes de que quede
registrada en la mente. Y no hay duda de que es así, sobre todo cuando se trata
de reconocer los defectos de nuestro carácter o los fallos de nuestros planes.
Escribe el doctor John Maxwell: "Después de un período de frustración me
humillé y pedí consejo. Me dijeron cosas que no quería pero que necesitaba
escuchar. Y aprendí a prestarle atención a esas cosas que me dolían, las cuales
eran indicios de que había algo que necesitaba mejorar. Aquello que más me
molestaba o a lo que más me resistía era normalmente donde más necesitaba
trabajar. Y cuando me concedía el tiempo de reflexionar en lo que me habían
dicho y me esforzaba por cambiar las mejoras normalmente eran
espectaculares". No te pongas a la defensiva; aprende de las personas a
las que estás enganchado.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")


