"¡No te soltaré hasta que me bendigas!..." (Génesis 32:26 NVI)
Jacob no tuvo buenos
comienzos. Y si hablamos de su ética laboral, se puede decir que "tenía
más caras que un saco de monedas". Primero engañó a su hermano mayor,
Esaú; después a su suegro, Labán. Hasta que una noche el Ángel del Señor se le
apareció en su tienda y Jacob combatió contra él hasta el amanecer. A la salida
del sol el Ángel le dijo: "¡Suéltame, que ya está por amanecer!" pero Jacob respondió: "¡No te soltaré
hasta que me bendigas!..." (Génesis 32:26 NVI). En ese momento el Ángel le
anunció que ya no sería llamado por su nombre antiguo, Jacob, que significa
"impostor", sino por su nuevo nombre, Israel, que significa
"príncipe con Dios".
Hasta ese momento Jacob
pensaba que hacer dinero le daría la felicidad, pero no sucedió así; de hecho,
casi le costó su familia. ¿Te suena? Pero
después de pelear con Dios recibió un nuevo nombre, una nueva naturaleza, un
nuevo caminar y un nuevo futuro. ¿No es eso lo que tú también deseas? Pues
bien ¡lo puedes tener! La Biblia dice: "...Si alguno está en Cristo, nueva
criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas" (2
Corintios 5:17). Jacob era autodidacta y se había creado una vida para sí
mismo; el problema era que no la estaba disfrutando. No sabía que había nacido
para un propósito mucho mayor que simplemente adquirir "cosas". Sólo
en la presencia de Dios descubrió esa verdad. Su historia se puede resumir así:
Jacob era el que era. Quería ser como Esaú, pero Israel, "príncipe con
Dios" era la persona que Dios hizo. Y el Señor puede hacer lo mismo
contigo si se lo permites.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")


