"Él concedió a unos... ser pastores" (Efesios 4:11 DHH)
Ser pastor es duro. A
los pastores les dan más patadas que abrazos. Si un pastor es joven, le falta
experiencia; si tiene canas, es muy mayor; si tiene cinco hijos, tiene
demasiados; si no tiene ninguno, da mal ejemplo. Si su mujer canta en el coro,
es descarada; si no lo hace, no está muy comprometida. Si predica consultando
sus notas, es soso; si improvisa, no profundiza mucho. Si pasa mucho tiempo
estudiando, descuida a la gente; si los visita casa por casa, no se organiza
bien el tiempo. Si atiende al pobre, busca el reconocimiento de los demás; si
atiende al rico, le hace la pelota. Si sugiere mejoras, es un dictador; si no
lo hace, carece de visión. Si usa demasiados ejemplos, descuida la Biblia; si
no usa suficientes anécdotas, no se le entiende.
Si habla en contra del pecado, es legalista; si no lo hace,
quiere quedar bien con todo el mundo. Si predica una hora, es pesado; si
predica menos no tiene nada qué decir. Si predica la verdad, ofende; si no lo
hace, es tibio. Si no logra complacer a todos, hace daño a la iglesia; si
intenta complacer a todos, no tiene las ideas claras. Si predica sobre el
diezmo, es avaricioso; si no lo hace, impide que crezca su pueblo. Si recibe un
buen salario, es un mercenario; si no lo hace, demuestra que no vale mucho. Si
predica a menudo, la gente se cansa de oír a la misma persona; si invita a
otros predicadores, elude sus responsabilidades. ¡Fíjate! ¡Y pensabas que tu
pastor tenía una vida fácil! ¿Te gustaría cambiarle el puesto? Conclusión: Ama
a tu pastor.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")


