jueves, 11 de septiembre de 2014

Vosotros sois las ramas 11 septiembre




“Yo soy la Vid, vosotros las ramas.” Juan 15:5


CRISTO YA HA DICHO mucho de la rama; ahora viene la aplicación personal: «Vosotros sois las ramas de que he estado hablando. Yo soy la Vid, ocupada en suplir todas las necesidades de las ramas, de modo que ahora te pido, en la nueva dispensación del Espíritu Santo que os he prometido, que aceptes el lugar que te ofrezco y seas una de mis ramas en la Tierra.» La relación que El trata de establecer es intensamente personal: todo depende de dos pequeñas palabras: Tú y Yo. Y es para nosotros tan intensamente personal como lo fue para los primeros discípulos. Presentémonos ante nuestro Señor, hasta que nos hable a cada uno en poder y toda nuestra alma sienta: «Yo soy la Vid; tú eres una rama.»

Querido discípulo de Jesús, por débil y joven que seas, oye la voz: «Tú eres una rama.» No eres nada menos. Que la falsa humildad, o el temor de sacrificarte, o las dudas respecto a tus sentimientos no te impidan decir: «Yo soy y seré una rama, con todo lo que significa —una rama, muy débil, pero tan semejante a la Vid como pueda serlo, porque soy de la misma naturaleza y recibo el mismo espíritu. Una rama, incapaz e inválida, y, con todo, puesta aparte ante Dios y los hombres, entregada por completo a la tarea de dar fruto, como la misma Vid. Una rama, es decir, nada en mí mismo, y, sin embargo, descansando y regocijándome en la fe que sabe que El proveerá todo lo necesario. Sí, por su gracia, no seré otra cosa que una rama, y todo lo que El quiere que sea una rama para que, a través de mí, El pueda llevar su fruto.»

Tú eres la rama. — No tienes que ser nada más. No tienes que tomar la responsabilidad de la Vid ni un momento. No debes dejar tu actitud de dependencia total y de confianza sin límites. Lo menos que debes hacer es estar ansioso respecto a cómo entender el misterio, o cumplir las condiciones, o trabajar este bendito objetivo. La Vid te dará lo que necesites y lo hará todo. El Padre, el Labrador, observa tu unión y tu crecimiento en la Vid. No tienes que ser nada más que una rama. Este debe ser tu lema; te conducirá al camino de la entrega total a la obra de Cristo, a la verdadera obediencia de cada orden suya, a la gozosa expectativa de toda su gracia.

Hay alguien que pregunta: «¿Cómo puedo aprender a decir sin más: "¡Sólo una rama!" y vivir en consecuencia?» Querida alma, el carácter de una rama, su fuerza y el fruto que lleva depende enteramente de la Vid. Y tu vida como rama depende enteramente de tu captación de lo que es nuestro Señor. Por tanto, no te separes nunca de estas dos palabras: «Yo soy la Vid —tú eres una rama» Tu vida y tu fuerza y tu fruto dependen de lo que es Jesús. Por tanto, adórale y confía en Él; déjale que sea tu deseo y la ocupación de tu corazón. Y cuando sientas que no le conoces y no le puedes conocer por completo, recuerda que el dársete a conocer es parte de su responsabilidad. El no lo hace de modo intelectual, en pensamientos y conceptos, no; sino en el crecimiento real escondido dentro de la vida que humilde y sosegadamente se ha entregado y espera en El. La Vid se revela en la rama; de allí viene el crecimiento y el fruto; Cristo mora y obra dentro de la rama; sé sólo una rama, espera en El para que lo haga todo. El Padre, el divino Labrador, puede hacer de ti una rama digna de la Vid celestial. No le causarás disgusto.

ORACIÓN. Vosotros sois las ramas. ¡Esta palabra también. Señor! Oh, dímela con poder a mi alma. Que la rama de la vid terrestre no me avergüence, sino que, como ella, yo viva en la Tierra sin otro deseo u objetivo que el conseguir que Tú des fruto, oh Señor, a través de mí.


ANDREW MURRAY - (Devocional diario “LA VID VERDADERA”)







TRADUCCIÓN