“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis, y os será hecho.” Juan 15:7
LA RAZÓN por la que la Vid y sus ramas son una parábola tan verídica de la vida cristiana es que toda naturaleza tiene una sola fuente y alienta un mismo espíritu. El mundo vegetal fue creado para dar al hombre una lección objetiva de entera dependencia ante Dios, y su seguridad en esta dependencia. El viste los lirios mucho mejor que a nosotros. El que da a los árboles y a las parras su belleza y su fruto, haciendo de cada uno aquello que debe ser, mucho más hará de nosotros lo que debemos ser. La única diferencia es que Dios obra en los árboles con un poder del que ellos no son conscientes. El quiere trabajar en nosotros con nuestro consentimiento. En esto consiste la nobleza del hombre, que tiene una voluntad que puede cooperar con Dios para entender, aprobar y aceptar lo que El se ofrece para hacer.
Si permanecéis. — Aquí se halla la diferencia entre la rama natural y la rama de la Vid espiritual. La primera permanece por fuerza natural; la segunda permanece, no por fuerza de la voluntad, sino por un poder divino dado por el consentimiento de la voluntad. Esta es la maravillosa provisión hecha por Dios: que no lo que el poder de la Naturaleza hace en un caso, lo hace el poder de la Gracia en el otro. La rama puede permanecer en la Vid.
Si permanecéis en mí... pedid todo lo que queráis. — Si hemos de vivir una verdadera vida de oración, con el amor y el poder y la experiencia de la oración en ella, no debe haber duda alguna respecto a este permanecer. Y si permanecemos, no debe haber ninguna duda acerca de la libertad de pedir y la certeza de que será hecho. Hay una condición, sin embargo: «Si permanecéis en mí.» No debe haber duda acerca de la posibilidad o la certeza de la respuesta. Hemos de contemplar esta ramita y su maravilloso poder de traer hermoso fruto, hasta que aprendamos verdaderamente a permanecer.
Y ¿cuál es este secreto? El ocuparnos totalmente en Jesús. Hunde tus raíces en la fe y amor y obediencia a Él. Sal de cualquier otro sitio para permanecer aquí. Renuncia a todo por el privilegio inconcebible de ser una rama, en la Tierra, del Hijo de Dios glorificado en el Cielo. Que Cristo sea el primero. Que Cristo lo sea todo. No te ocupes de permanecer, ocúpate de Cristo. El te sostendrá, te guardará y te hará permanecer en El. El residirá en ti.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros. — Esto nos lo da como equivalente de la otra expresión: «Yo en vosotros. Si mis palabras habitan en vosotros»; esto es, no sólo en la meditación, recuerdo, amor, en fe —todo esto es necesario—, sino, sobre todo, en la obediencia. Si estas palabras entran en tu voluntad, en tu ser y constituyen tu vida; si transforman tu carácter en semejanza al suyo; si tú pasas a ser y hablar y significar: pide todo lo que quieras, que te será hecho. Tus palabras a Dios en oración serán el fruto de Cristo y sus palabras viviendo en ti.
Pide todo lo que quieras y te será hecho. — Cree en la verdad de esta promesa. Hazte un intercesor para otros, un intercesor que da fruto, siempre reclamando más bendición. Esta fe y esta oración te ayudarán maravillosamente a permanecer de modo total e incesante.
ORACIÓN. Si permanecéis. Sí, Señor, el poder de orar y el poder de prevalecer han de depender del permanecer en Ti. Como Tú eres la Vid, Tú eres el divino Intercesor, que alientas tu espíritu en nosotros. ¡Oh, que pueda poseer la gracia de permanecer simplemente y totalmente en Ti, y pedir grandes cosas!
ANDREW MURRAY - (Devocional diario “LA VID VERDADERA”)
ANDREW MURRAY - (Devocional diario “LA VID VERDADERA”)