"...Animaos unos a otros cada día..." (Hebreos
3:13 CST)
Leslie nació con
problemas físicos y mentales tan severos que los médicos tuvieron que quitarle
los ojos. Cuando tenía seis meses, una enfermera llamada May Lenke, que ya
tenía cinco hijos, lo adoptó y le pidió a Dios que le diera algún talento.
Cuando Leslie tenía 13 años, May le compró un piano de segunda mano y le tocó
algunas canciones sencillas, esperando que el muchacho respondiera. ¡Pero nada!
Ella continuó motivando a su hijo adoptado para que hiciera más cosas. Hasta
que un día, a la edad de 16 años, el muchacho se fue por sí solo y se sentó
frente al piano; y sin haber tocado jamás una tecla hasta entonces interpretó
el concierto de piano de Chaikovski a la perfección. May pronto se dio cuenta
de que Leslie era capaz de tocar cualquier pieza musical que oía. Un día, sin
más, empezó a cantar, y eso le llevó a tocar y a cantar en conciertos por todo
el país. Todo eso gracias una madre que
en medio de circunstancias totalmente adversas se convirtió en una animadora
incansable.
En la película
Seabiscuit le preguntaron a uno de los protagonistas, Tom Smith, por qué
guardaba a un caballo viejo y cojo. Éste respondió: '¡No te deshaces de toda
una vida solamente porque tenga un pequeño defecto!'. Ese viejo caballo acabó
entrenando a otro más joven a ganar muchas carreras. Damos gracias a Dios por
los animadores, quienes marcan la diferencia entre un viaje al matadero y ganar
una carrera. Pablo exhortó a los creyentes: "...Animaos unos a otros cada
día..." (Hebreos 3:13 CST). Alguien dijo: 'Los sueños vienen siempre en
una talla más grande, a fin de que podamos crecer en ellos'. Los animadores te
ayudan a soñar a lo grande, y después a expandirte para poder realizar tu sueño.
Todos podemos ir mucho más lejos con un poquito de ánimo. Por lo tanto ¡hazte
un animador!
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")