“El Señor se le apareció
(a Salomón) por segunda vez, como lo había hecho en Gabaón y le dijo: He oído
la oración y la súplica que me has hecho.”
1 Reyes 9:2-3
No importa el nivel de madurez espiritual en el que nos encontremos,
necesitamos manifestaciones frescas y visitaciones nuevas de lo alto. Es
correcto agradecer a Dios las bendiciones pasadas y mirar con gozo hacia atrás
recordando las primeras visitaciones del Señor en sus primeros días como
creyente. Pero le animo a que busque visitaciones nuevas de la presencia de
Dios. No quiero con ello minimizar nuestro diario y común caminar a la luz de
su presencia, pero consideremos que el inmenso océano tiene sus flujos y
reflujos, sus mareas altas y bajas. El sol siempre brilla ya sea que lo veamos
o no, aún cuando la niebla invernal nos oculte su presencia, pero tiene su
tiempo de verano en el cual su brillo es manifiesto. Si caminamos con Dios
constantemente, hay tiempos especiales cuando nos abre su corazón, nos permite
conocer sus secretos y se manifiesta a nosotros como no se manifiesta a sus
demás hijos. No todos los días son días de banquete en palacio, y no todos los
días con Dios son tan claros y gloriosos como ciertos sábados especiales del
alma, en los cuales el Señor devela su gloria. Bienaventurados somos si por
una vez hemos visto su rostro, pero aún más si Él nos visita otra vez en la
plenitud de su gracia.
Yo le recomiendo que busque nuevas manifestaciones de la presencia del
Señor. Debemos clamar a Dios, debemos implorarle que nos hable por segunda vez.
No necesitamos convertirnos de nuevo, pero sí que las ventanas de los cielos se
abran una y otra vez para nosotros. Necesitamos que el Espíritu Santo se nos dé
otra vez como en Pentecostés y renovar nuestra juventud y nuestras fuerzas como
las águilas, para “correr sin cansarnos y caminar sin fatigarnos.” Lo que el
Señor le dijo a Salomón en cuanto su oración, la manera en que la respondió la
segunda vez que se le apareció, y muchos
más elementos en ella, con toda seguridad hacen de esta oración un modelo para
nosotros. Haremos bien en orar de la manera que los intercesores exitosos han
orado.
ORACIÓN. Espíritu Santo, te necesito cada mañana para renovar mis fuerzas y mi
alma. Visítame ahora, te lo pido. Amén.
CHARLES SPURGEON -
(Devocional diario "LA
ORACIÓN ")


