“Por eso les digo: Crean
que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán” Marcos 11:24
Levantemos nuestra mirada a lo alto y dejemos que broten las lágrimas.
Oh, Señor, Tú nos has dado un arma poderosa y nosotros la hemos dejado
enmohecer. Nos has dado algo tan poderoso como tú mismo, y hemos permitido que
esté adormecido. Qué hemos de decir de nosotros cuando Dios nos ha dado poder
en la oración –poder incomparable lleno de
bendiciones para nosotros, e infinitas misericordias para otros– y tal poder
sigue dormido. Has dado a tu pueblo un regalo mejor que el sol, el viento, o la
vida y lo tenemos ahí, sin darle el uso debido.
Casi llegamos a olvidar que lo podemos usar. ¡Llora, creyente! Hemos sido
derrotados y nuestra bandera yace en el polvo deshonrada porque no hemos orado.
Vuelva donde su Dios y confiese que usted se enroló en filas y juró bandera,
pero dio la espalda el día de la batalla. Su Espíritu no ha sido conmovido. ¡Despierte!
Despierte y asómbrese: usted ha descuidado la oración. Como Jacob, luche con su
Dios y la bendición vendrá: la lluvia temprana y la lluvia tardía de su
bendición y la tierra producirá a plenitud
y todas las naciones lo bendecirán.
Una vez más levante la vista y regocíjese. Usted no ha buscado el rostro
divino pero Dios sigue clamando: “busca mi rostro” (Salmo 27:8 RVR). ¡Qué
bendición más grande es que nuestro Maestro en los cielos está siempre listo a
oírnos! Que cada vena de su corazón rebose con la rica sangre del deseo, y
luche y contienda con Dios empleando sus promesas e invocando sus atributos, y
vea si Él no le concede los deseos de su corazón. Lo desafío a que en oración trate
de agotar la generosidad del Maestro. Crea que Él es más de lo que es
actualmente para usted. Abra su boca de tal manera que Dios no pueda llenarla.
¿Cree que eso es posible? Acérquese a Él ahora en procura de más fe de la que
garantizan las promesas. Aventúrese, arriésguese a deshacer lo eterno, si esto
es posible. Crea, y vea si creyendo en Dios no lo bendice abundantemente con la
unción del Espíritu Santo mediante la cual usted será fuerte en la oración. El
Señor lo escuchará y usted orará como un príncipe conquistador.
ORACIÓN. Padre, yo busco tu rostro. Tu promesa es asombrosa. Lléname de fe. Amén.
CHARLES SPURGEON -
(Devocional diario "LA ORACIÓN ")