"Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado..." (2 Crónicas 7:14 RVR 1960)
¿Te imaginas la
presencia de Dios tan real en un servicio del domingo que el pastor no tenga
que predicar, ni el coro cantar, ni los diáconos realizar sus tareas? Algo
semejante pasó en el templo de Salomón. Observa algunos aspectos de aquella
iglesia en el día especial de dedicación del Templo.
1) Confesaron sus pecados. Dice John Owen: "Quien no le da
importancia al pecado nunca tendrá pensamientos sublimes acerca de Dios".
Ciertas cosas que normalmente no te molestan te inquietarán profundamente en la
presencia de Dios. ¿Qué cosas? La política sin principios, los placeres sin
conciencia, la reputación sin carácter y el conocimiento sin convicción.
2) Se humillaron. La Biblia dice: "Dios
resiste a los soberbios y da gracia a los humildes" (Santiago 4:6). La
humildad dice: 'Señor, no tengo nada que tú no me hayas dado y todo lo que
necesito proviene de Ti'.
3) Se pusieron a orar. No oraciones formales y poéticas
sino oraciones de arrepentimiento que brotaban de lo más profundo del corazón.
Así es como respondió el Señor: "Si se humillare mi pueblo, sobre el cual
mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus
malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y
sanaré su tierra. Ahora estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la
oración en este lugar" (2 Crónicas 7:14-15 RVR 1960).
4) Ofrendaron con sacrificio. El pueblo ofreció 22.000 bueyes y
120.000 ovejas, el mayor sacrificio registrado en la Biblia. ¿Por qué? Porque
cuando abres tu mano hacia Dios, Él abre la suya hacia ti. La diferencia es que
su mano es mucho más grande.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")


