"...El evangelio... del que yo, Pablo, he llegado a ser
servidor." (Colosenses 1:23 CST)
¿Quién soy yo? ¿Cuál es
mi llamado? El apóstol Pablo, quien se consideraba a sí mismo "en nada...
inferior a aquellos 'grandes apóstoles'" (2 Corintios 11:5), responde
llanamente: 'Yo soy Pablo. Mi tarea es servir. Soy un siervo del evangelio y
del cuerpo de Cristo'. Algunas personas en la iglesia primitiva intentaban
determinar quiénes de los apóstoles eran los más importantes. Algunos afirmaban
que era Pablo, otros, que Apolos, pero Pablo los confrontó diciendo:
"Después de todo, ¿quién es Apolos?, ¿quién es Pablo? Nosotros sólo somos
siervos de Dios mediante los cuales [creísteis]..." (1 Corintios 3:5 NTV).
Sea cual sea tu llamado, ser pastor de una megaiglesia o un miembro lego, no
eres más (ni menos) que un siervo.
En el reino de Dios no
hay clases sociales que valgan. "Ya no hay judío ni griego, esclavo ni
libre, hombre ni mujer, sino que todos sois uno solo en Cristo Jesús"
(Gálatas 3:28 CST). Somos siervos
llamados a hacer la voluntad de Dios, donde Él nos ponga a servir. Eso es
bueno, porque mientras seas un siervo estarás libre de la presión de "dar
la talla". Nadie tiene derecho a juzgarte excepto tu Señor. "¿Quién
eres tú para juzgar al siervo de otro? Que se mantenga en pie o que caiga, es
asunto de su propio señor..." (Romanos 14:4 CST). Nos debería preocupar lo
que le agrada a Dios, no a la gente. Sólo Él puede evaluar nuestro servicio.
Jesús vino a servir a Su Padre, y decía: "...No busco mi voluntad, sino la
voluntad del Padre, que me envió" (Juan 5:30). Él te ha enviado para hacer
Su voluntad y te ha prometido esto: "...Si alguno me sirve, mi Padre lo
honrará" (Juan 12:26).
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")