"Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad..." (Salmo
40:8 NVI)
Si te molesta ceder tus
"derechos" y tus "privilegios" para servir a los demás,
considera lo que Jesús dejó en el Cielo para servirte. "...Se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta la muerte..." (Filipenses 2:8). Cuando
tengas ganas de sacar a relucir los sacrificios que has hecho, escucha las
palabras de Cristo: "...Cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido
ordenado, decid: "...Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer,
hicimos"" (Lucas 17:10). ¿Has observado alguna vez a un perro que ha
sido amaestrado en una escuela canina? Es un placer para su dueño, pues ha
aprendido a responder a una palabra, o hasta a una mirada. Dios dice: "Te
enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos" (Salmo
32:8).
Dios quiere llevarte a un estado en que no te tenga que
rogar, ni importunar, ni intimidar para que sirvas; una mirada suya y lo
harás sin cuestionarlo. Como siervo, no puedes cambiar las órdenes de tu señor.
El Dr. J.R. Miller dijo: "Es muchísimo más fácil hacer lo que Dios nos
pide, por duro que parezca, que enfrentarnos a las consecuencias de no
hacerlo". Dios no quiere una obediencia a regañadientes, sino una
disposición genuina a obedecer. Cuando la tienes, Dios te bendice.
"¿Estáis dispuestos a obedecer? ¡Comeréis lo mejor de la tierra!"
(Isaías 1:19 CST). Lo mejor de Dios les está reservado a aquellos que hacen lo
que Él les pide. '¿Cómo sé si he llegado a ese estado?' te preguntas. Porque
podrás decir: "Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad..." (Salmo 40:8
NVI).
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")


