martes, 1 de julio de 2014

EL MANIFIESTO DE LA MUJER VERDADERA 8 junio


EL MANIFIESTO DE LA MUJER VERDADERA




Por Nancy Leigh DeMoss







Una declaración personal y de grupo sobre credos, promesas e intento de oración con el fin de que Jesucristo sea exaltado y que la gloria y el poder redentor del amor de Dios puedan ser manifestados hasta en el último rincón de la tierra.

-Creemos que Dios es el soberano todopoderoso Creador de la vida y el universo, y que toda Su creación existe para Su deleite y para traerle gloria. (1)

-Creemos que la creación de la humanidad -con el hombre y la mujer como máximos representantes- fue una decisión intencionada y maravillosa del plan sabio de Dios, y que ambos fueron creados para reflejar la imagen de Dios en forma complementaria pero diferenciada a la vez. (2)

-Creemos que el pecado es lo que separa a los seres humanos de Dios haciéndolos incapaces de reflejar Su imagen tal y como fue la intención original de la creación. Nuestra única esperanza de restauración y salvación la encontramos mediante el arrepentimiento por nuestros pecados; y confiando en Cristo —quien vivió una vida perfecta y sin pecado, quien murió por nosotros y fue resucitado de los muertos. (3)

-Reconocemos que actualmente vivimos en una cultura que no reconoce la autoridad de Dios para dirigir las actividades humanas, que no acepta las Sagradas Escrituras como una norma de vida, y que está sufriendo las consecuencias causadas por el abandono del plan de Dios para el hombre y la mujer. (4)

-Creemos que Jesucristo está redimiendo este mundo pecaminoso presentando cosas nuevas; y Sus seguidores están siendo llamados a compartir con el mundo Sus propósitos redentores mediante el poder que El otorga para transformar aquellos aspectos de la vida que han sido manchados y alterados por el pecado. (5)

Como mujeres cristianas, deseamos alabar a Dios llevando vidas que se opongan diametralmente a la cultura mundana actual, y llevando vidas que reflejen al mundo la bienaventuranza de Jesucristo y Su Evangelio.


POR TAL PROPÓSITO DECLARAMOS QUE...

-Las Sagradas Escrituras son el medio autorizado de Dios para instruirnos y para revelarnos el Sacrosanto propósito de nuestra feminidad, nuestro carácter, nuestras prioridades, nuestros roles, responsabilidades y relaciones. (6)

-Glorificamos a Dios y gozamos de Sus bendiciones cuando aceptamos con deleite abrazar sus designios, funciones y ley para nuestras vidas. (7)

-Como pecadoras redimidas, no podemos vivir a plenitud nuestra feminidad separadas del trabajo santificante del Evangelio y el poder del Espíritu Santo que yace en nosotras. (8)

-Tanto el hombre como la mujer fueron creados a semejanza de Dios y son iguales en valores y dignidad, pero sus deberes y funciones son distintos en el hogar y en la Iglesia. (9)



-Estamos llamadas, como mujeres, a afirmar y alentar el rol del hombre al buscar expresar su masculinidad basada en Jesucristo, y a honrarlo y apoyarlo en su liderazgo cristiano en el hogar y en la iglesia. (10)

-El matrimonio, tal y como fue decretado por Dios, es la relación sagrada, vinculante y duradera entre un hombre y una mujer. (11)

-Cuando respondemos en forma humilde al liderazgo masculino, tanto en el hogar como en la iglesia, estamos demostrando una noble sumisión a la autoridad que refleja la subordinación de Jesucristo a la autoridad del Dios Padre. (12)

-La insistencia egoísta de hacer prevalecer nuestros derechos personales es contraria al espíritu de Jesucristo quien se humilló y sirvió sin esperar nada a cambio, y ofrendó Su vida para salvarnos a nosotros. (13)

-La vida humana es preciosa para Dios y debe ser apreciada y protegida desde el momento de la concepción hasta que llega su culminación debida. (14)

-Los niños son una bendición de Dios; y las mujeres fueron diseñadas especialmente por El para ser dadoras y sustentadoras de vida, ya sean sus propios hijos, biológicos o adoptados, u otros niños en su esfera de influencia. (15)

-El plan de Dios para la especie humana es más amplio que el matrimonio. Todas las mujeres, ya sean casadas o solteras, deben ser modelos de feminidad en sus varias interrelaciones; haciendo gala de especial modestia, sensibilidad y sutileza de espíritu. (16)

-El sufrimiento es una realidad inevitable en un mundo degradado; en ocasiones seremos llamados a sufrir con el objeto de llevar a cabo misiones piadosas —comprendiendo que más vale la recompensa divina que la indulgencia mundana— todo por el bien del Evangelio y el avance del Reino de Cristo en el mundo. (17)

-Las mujeres cristianas y verdaderas tienen la responsabilidad de dejar un legado de convicción cristiana, y de discipular a aquellas mujeres más jóvenes mostrándoles la forma en que Dios quiere que moldeemos las futuras generaciones: Llevando vidas cristianas de fructífera feminidad. (18)


Creyendo en lo anteriormente expuesto, declaramos nuestra intención y deseo de convertirnos en “verdaderas mujeres” de Dios. Nos consagramos en hacer cumplir Su llamado y propósito para nuestras vidas. Mediante Su gracia y en fiel dependencia en Su poder, nosotros:


1. Buscamos amar a Dios nuestro Señor con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas. (19)

2. Con alegría le cedemos el control de nuestras vidas a Jesucristo nuestro Señor —diremos “Sí, Señor” a la palabra y a la voluntad de Dios—. (20)

3. Seremos mujeres de la Palabra, buscando constantemente crecer en nuestros conocimientos de las Sagradas Escrituras, y vivir de acuerdo a una sana doctrina en todos los aspectos de nuestras vidas. (21)

4. Cultivaremos nuestra confraternidad y comunión con Dios a través de la oración —honrándolo, dándole gracias, confesándole nuestros pecados, intercediendo y suplicando—. (22)

5. Como mujeres vamos a sentirnos llenas de gratitud por la misión especial que Dios nos ha dado en el mundo. Ello lo haremos con humildad, con fe y con gozo. (23)

6. Constantemente buscaremos glorificar a Dios mostrando virtudes como la modestia, la abnegación, la mansedumbre y el amor de Dios. (24)

7. Mostraremos respeto a hombres y mujeres en general —creados a la imagen de Dios—; considerando a otros como mejores que nosotros, buscando animarlos constantemente, poniendo de lado las amarguras, los odios y las malas expresiones. (25)

8. Seremos fieles en nuestro crecimiento cristiano en nuestra iglesia, sujetándonos a nuestros líderes espirituales en el contexto de la comunidad de fe. Usaremos las dotes que Dios nos ha dado para servir a otros, para cimentar el Cuerpo de Cristo, y para cumplir con Sus propósitos redentores en el mundo. (26)

9. Buscaremos el establecimiento de hogares cristianos que manifiesten el amor, la gracia, la beatitud y las leyes de Dios; que provean un clima favorable a la existencia, y que brinden hospitalidad cristiana a aquellos fuera de nuestras paredes. (27)

10. Honraremos la santidad, la pureza y la estabilidad del compromiso matrimonial —ya sea el nuestro o el de otros—. (28)

11. Recibiremos el regalo de los hijos como una bendición de Dios, y los entrenaremos para que amen y sigan a Jesucristo, y a que consagren sus vidas a propagar Su Evangelio y a expandir Su Reino. (29)

12. Viviremos por el precepto bíblico de Tito 2 —cual mujeres maduras, modelando santidad y entrenando a las jóvenes para que agraden a Dios en todos los aspectos de la vida—; para que las mujeres jóvenes que reciben la instrucción cristiana con mansedumbre y humildad y que aspiran a ser mujeres maduras para Dios, se preparen muy bien para instruir a las siguientes generaciones. (30)

13. Buscaremos las oportunidades para compartir el Evangelio de Jesucristo con los no-creyentes. (31)

14. Mostraremos el amor de Cristo a aquellos que sufren pobreza, enfermedades, a los oprimidos, a las viudas, los huérfanos y los que están en prisión; alcanzándolos mediante el ministerio de la Palabra de Jesucristo cubriendo sus necesidades prácticas y espirituales. (32)

15. Vamos a orar por la reformación y el reavivamiento de la gente de Jesucristo, de manera que servirá de base para el progreso del Evangelio y del Reino de Jesucristo en todas las naciones del mundo. (33)


¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino? (Ester 4:14 RV)



TEXTOS DE APOYO:

1. 1 Cor. 8:6; Col. 1:16; Ap. 4:11
2. Gén. 1:26–27; 2:18; 1 Cor. 11:8
3. Gén. 3:1–7, 15–16; Mc. 1:15; 1 Cor. 15:1–4
4. Prov. 14:12; Jer. 17:9; Rom. 3:18; 8:6–7; 2 Tim. 3:16
5. Ef. 4:22–24; Col. 3:12–14; Tit. 2:14
6. Jos. 1:8; 2 Tim. 3:16; 2 Pe. 1:20–21; 3:15–16
7. 1 Tim. 2:9; Tit. 2:3–5; 1 Pe. 3:3–6
8. Jn. 15:1–5; 1 Cor. 15:10; Ef. 2:8–10; Fil. 2:12–13
9. Gén. 1:26–28; 2:18; Gal. 3:26–28; Ef. 5:22–33
10. Mc. 9:35; 10:42–45; Gén. 2:18; 1 Pe. 5:1–4; 1 Cor. 14:34; 1 Tim. 2:12–3:7
11. Gén. 2:24; Mc. 10:7–9
12. Ef. 5:22–33; 1 Cor. 11:3
13. Lc. 13:30; Jn. 15:13; Ef. 4:32; Fil. 2:5–8
14. Sal. 139:13–16
15. Gén. 1:28; 9:1; Sal. 127; Tit. 2:4–5
16. 1 Cor. 11:2–16; 1 Tim. 2:9–13
17. Mt. 5:10–12; 2 Cor. 4:17; Sant. 1:12; 1 Pe. 2:21–23; 3:14–17; 4:14
18. Tit. 2:3–5
19. Deut. 6:4–5; Mc. 12:29–30
20. Sal. 25:4–5; Rom. 6:11–13, 16–18; Ef. 5:15–17
21. Hech. 17:11; 1 Pe. 1:15; 2 Pe. 3:17–18; Tit. 2:1, 3–5, 7
22. Sal. 5:2; Fil. 4:6; 1 Tim. 2:1–2
23. Prov. 31:10–31; Col. 3:18; Ef. 5:22–24, 33b
24. Rom. 12:9–21; 1 Pe. 3:1–6; 1 Tim. 2:9–14
25. Ef. 4:29–32; Fil. 2:1–4; Sant. 3:7–10; 4:11
26. Rom. 12:6–8; 14:19; Ef. 4:15, 29; Heb. 13:17
27. Prov. 31:10–31; 1 Tim. 5:10; 1 Jn. 3:17–18
28. Mt. 5:27–28; Mc. 10:5–9; 1 Cor. 6:15–20; Heb. 13:4
29. Sal. 127:3; Prov. 4:1–23; 22:6
30. Tit. 2:3–5
31. Mt. 28:19–20; Col. 4:3–6
32. Mt. 25:36; Lc. 10:25–37; Sant. 1:27; 1 Tim. 6:17–19
33. 2 Cr. 7:14; Sal. 51:1–10; 85:6; 2 Pe. 3:9


© Nancy Leigh DeMoss. Revive Our Hearts/Aviva Nuestros Corazones. Usado con Permiso.










TRADUCCIÓN