“Prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses
3:14
La meta del
apóstol Pablo era ser semejante a Cristo. Él sabía que recibiría su recompensa
cuando llegara el supremo llamamiento de Dios. Al igual que Pablo, no
alcanzaremos la meta de la semejanza a Cristo en esta vida, pero la recibiremos
en la vida futura: “Aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos
que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal
como él es” (1 Jn. 3:2).
El supremo llamamiento de Dios es nuestra
motivación para correr la carrera. Debemos vivir pensando
que se nos puede llamar en cualquier momento a la presencia de Dios, donde
recibiremos nuestra recompensa eterna. Éramos pecadores camino del infierno
cuando Dios nos escogió en su soberanía para salvación a fin de hacernos
eternamente como su propio Hijo. ¡Qué gracia inefable! ¡Qué motivación para
alcanzar la meta!
JOHN MACARTHUR - (Devocional "LA VERDAD PARA HOY”)


