“De la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación.” 2 Corintios 1:5
Cuando
sufrimos, Cristo está con nosotros para consolarnos en nuestra angustia. El
grado hasta el cual ha experimentado el mismo sufrimiento, y aun más, es la
razón de que pueda consolarnos.
La prueba
de su carácter es su reacción ante los tiempos más severos de sufrimiento y
persecución. Cuando el sufrimiento se vuelve demasiado intenso, lo más fácil es
enojarse y culpar a Dios. Cuando la persecución se vuelve demasiado severa, lo
más fácil es transigir en la fe. El reaccionar de cualquiera de esas formas
hará que usted se pierda la más abundante comunión que puede tener. Es que los momentos más profundos de
comunión espiritual con el Cristo vivo son resultado directo del intenso
sufrimiento.
El
sufrimiento siempre nos lleva a Cristo porque encontramos en Él a nuestro
misericordioso Sumo Sacerdote que se compadece “de nuestras debilidades” (He.
4:15) y que “es poderoso para socorrer a los que son tentados” (2:18). Así que
considere sus sufrimientos como oportunidades de ser bendecido por Cristo
mientras halla consuelo en su comunión.
JOHN MACARTHUR - (Devocional "LA VERDAD PARA HOY”)


