“Teniendo buena conciencia, para que en lo que
murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian
vuestra buena conducta en Cristo.” 1 Pedro 3:16
La
conciencia acusa o excusa a una persona, obrando como fuente de convicción o afirmación.
Una buena conciencia no acusa a un creyente de pecado porque está llevando una
vida de santidad. Más bien, una buena conciencia confirma que todo anda bien,
mientras que una mala conciencia indica pecado.
Un creyente debe vivir con la conciencia
tranquila para que el peso de la culpa no lo abrume cuando se enfrenta a la
crítica hostil. Sin embargo, si no tiene pasión por hacer el
bien y servir a Cristo, conocerá el tremendo peso del merecido sentido de
culpa. Una conciencia manchada no puede estar tranquila ni soportar el ataque
furioso de las pruebas. Pero una conciencia tranquila lo ayudará a no estar
ansioso ni atribulado durante sus pruebas.
JOHN MACARTHUR - (Devocional "LA VERDAD PARA HOY”)