“Ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo.
A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea
vuestro miedo.” Isaías 8:12-13
En la época
del profeta Isaías, Acaz rey de Judá se enfrentó a una crisis en la inminente
invasión del ejército asirio. Cuando Acaz se negó a hacer alianza con los reyes
de Israel y Siria contra Asiria, también amenazaron con invadir Judá. Entre
bastidores Acaz se había aliado con Asiria. Isaías advirtió a Acaz contra esa
alianza impía, pero le dijo que no temiera. El rey solamente debía temer al
Señor y no preocuparse.
En igual sentido, un cristiano no ha de
estremecerse por ninguna hostilidad que lo amenace. El temor
al Señor lo ayudará a afrontar con valor la oposición y a ver el sufrimiento
como una oportunidad de bendiciones espirituales, no como una oportunidad de
comprometer su fe delante del mundo que cree.
Consagrarse
al Señor ante la persecución exige que la mente y los afectos se concentren en
los valores eternos, no en los terrenales. Si usted se preocupa por los bienes,
los placeres y la popularidad, temerá los ataques del enemigo. Pero si tiene
puesta su mirada en el cielo, se regocijará cuando tenga que pasar por pruebas.
JOHN MACARTHUR - (Devocional "LA VERDAD PARA HOY”)