LENGUA DIMINUTA
“El que guarda su boca y su lengua, guarda su alma de
angustias.” Proverbios 21:23
El 11 de septiembre
de 1995 una ardilla subió a las líneas eléctricas del Tren Metro-Norte de New
York City. Esto causó un choque eléctrico que debilitó un sector más arriba, e
hizo que un alambre colgara en las vías, que se enredó en un tren, que dañó
todas las líneas. Como resultado, 47,000 pasajeros se quedaron por horas
atascados en Manhattan.
Esta historia me
recuerda lo que hemos visto con el estudio de la lengua. ¡Algo tan pequeño que
puede causar un daño tan grande!
Podemos pensar “es
una mentirita, una pequeña discusión, unas palabritas contenciosas…” Sin
embargo, las Escrituras nos recuerdan que si guardamos nuestra boca y lengua de
palabras de las cuales luego nos arrepentiremos, nos estaremos salvando de una
gran catástrofe.
Santiago 3:5 nos dice que “Así también la lengua es un miembro pequeño,
y sin embargo, se jacta de grandes cosas. Mirad, ¡qué gran bosque se incendia
con tan pequeño fuego!”
Nuestros amados,
siendo inocentes, pueden ser afectados por nuestras palabras. Podemos herir a nuestros pequeñitos, a
nuestro fiel esposo o a un gran amigo con unas “palabritas” imprudentes y
temerarias.
- “Gotera continua en día de lluvia y
mujer rencillosa, son semejantes; el que trata de contenerla refrena al viento,
y recoge aceite con su mano derecha.” (Proverbios
27:15-16) ¿De qué forma una mujer rencillosa puede ser como una gotera?
-
¿Por qué crees que Proverbios 27:15-16
dice que contener a la persona rencillosa es como refrenar el viento o recoger
el aceite?
- “El
que guarda su boca y su lengua, guarda su alma de angustias.” (Proverbios 21:23). Describe algún
momento en que sufriste las consecuencias de no haber guardado tu boca.
-
“Hay quien habla sin tino como golpes de espada, pero la lengua de los sabios
sana.” (Proverbios 12:18). ¿Cómo puedes hoy evitar el decir palabras sin tino?
ORACIÓN CIERRE TERCERA SEMANA
Padre, pienso en
tantas veces que mis palabras han sido duras y dañinas… con cuánta frecuencia
he fallado en ministrar gracia a otros.
Oh Señor, lava mi
corazón; limpia mis labios. Límpiame. Perdóname. Por favor, ayúdame a hablar
palabras gentiles, buenas, dulces, agradables.
No quiero conformarme
a este mundo; quiero que mis palabras revelen el corazón y el carácter de
Jesús. Quiero hablar palabras que den vida, luz, esperanza y ánimos a otros. Lléname
con tu Espíritu, Amén.
NANCY LEIGH DEMOSS - (Dev. "EL PODER DE
LAS PALABRAS")