JESÚS NO SÓLO MURIÓ POR NOSOTROS,
ÉL
VIVIÓ POR NOSOTROS
Por RC Sproul
Debemos ver que la justicia de Cristo que se transfiere a nosotros es la
justicia que Él logra al vivir bajo la
Ley durante treinta y tres años sin pecar una sola vez. Jesús
tuvo que vivir una vida de obediencia antes de que Su muerte pudiese significar
algo. Él tuvo que adquirir, si usted quiere, el mérito en la barra de la
justicia. Sin Su vida de obediencia sin pecado, la expiación de Jesús no habría
tenido ningún valor en absoluto. Tenemos que ver la importancia crucial de esta
verdad; tenemos que ver que no sólo murió Jesús por nosotros, Él vivió por
nosotros.
“Jesús no sólo murió por nosotros, Él vivió por nosotros”
Los católicos romanos llaman a este concepto una ficción legal, y ellos
retroceden de ella porque creen que proyecta una sombra sobre la integridad de
Dios al postular que Dios declara como justos a personas que no son justas. En
respuesta, los reformadores reconocieron que este concepto sería una ficción
legal, si la imputación fuese ficción. En ese caso, el punto de vista
protestante de la justificación sería una mentira. Pero el punto del Evangelio
es que “la imputación es real-realmente
Dios puso nuestros pecados sobre Cristo y realmente transfirió la justicia de Cristo
a nosotros. Realmente poseemos la justicia de Jesucristo por la imputación.
Él es nuestro Salvador, no sólo porque murió, sino porque Él vivió una vida sin
pecado antes de morir, ya que sólo el Hijo de Dios podría hacerlo.”
Los teólogos gustan de emplear frases en latín, y una de mis favoritos
es una que Martín Lutero utiliza para captar este concepto. La esencia de
nuestra salvación se encuentra en esta frase: Simul Justus et pecator. La palabra simul es la palabra de donde se deriva la palabra en español
simultánea; que significa simplemente "a la vez." Justus es la palabra para
"justo." Todos sabemos lo que significa; la escuchamos en las famosas
palabras de Julio César en la tragedia de Shakespeare: "Ei tu, Brute?”
("¿Tú también, Bruto?") Et
significa "también" o "y". De la palabra pecator obtenemos palabras tales como
peccadillo ("un pecado pequeño") e impeccable ("sin
pecado"); simplemente es la palabra latina para "pecador". Así
que la frase de Lutero, Simul Justus et pecator, significa “Al mismo tiempo
justo y pecador.”
“La persona que está en Cristo al mismo tiempo es un pecador y un justo”
Esta es la gloria de la doctrina protestante de la justificación. La
persona que está en Cristo es al mismo tiempo, un pecador y un justo. Si
pudiera ser justificado solo por hacerme en realidad justo y no tener pecado en
mí, yo nunca volvería a ver el reino de Dios. El punto del evangelio es que el
momento en que una persona abraza a Jesucristo, todo lo que Cristo ha hecho se
aplica a esa persona. Todo lo que Él es, se vuelve nuestro, incluyendo Su
justicia. Lutero decía que en el mismo instante en que creo, yo soy más que en
virtud de la imputación de la justicia de Cristo. Es la justicia de Cristo que me hace justo. Su muerte se ha hecho cargo
de mi castigo, y Su vida se ha hecho cargo de mi recompensa. Así que mi
justicia está completamente unida en Cristo.
En el protestantismo, se habla de esto como la doctrina de la
justificación solo por la fe, porque según el Nuevo Testamento, el único medio
por el cual la justicia y los méritos de Cristo pueden entrar a nuestras
cuentas y ser aplicados a nosotros es por la fe. No podemos ganarla. No podemos
merecerla. No podemos merecerla. Sólo podemos confiar en ella y se aferran a
ella.
(Este
extracto es “The Truth of the Cross”, de RC Sproul)


