Y ¿QUÉ DICE LA BIBLIA SOBRE...?
EL ECUMENISMO
EL ECUMENISMO
Por el Dr. Miguel Núñez
La palabra ecumenismo deriva del griego OIKOUMENE, que significa
"lugar habitado por la humanidad". Este término fue usado en el
imperio romano para referirse a la totalidad de las tierras conquistadas. Por
su parte, dentro del ámbito cristiano, la palabra ha sido usada más bien para
referirse a un movimiento emprendido por un grupo de iglesias con la intención
de unificar las diferentes denominaciones cristianas.
Si bien esto presenta aparentes ventajas, el problema ha estado en que
estas iglesias han tratado de enfatizar la unión en base al amor de Cristo,
pero a expensas de la verdad. Lo que queremos decir con esto es que diferentes
denominaciones cristianas, que a veces difieren enormemente en lo que creen, y
algunas de las cuales se han desviado de manera significativa de la verdad; han pretendido unir múltiples
denominaciones bajo una misma sombrilla, lo cual es una imposibilidad.
Si bien es cierto que Cristo oró en Juan
17:21, horas antes de su crucifixión, "para
que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti…", no es
menos cierto, que Cristo no estaba pretendiendo con eso unir a los cristianos a
expensas de lo que es su verdad. En esa misma oración, en Juan 17:17, Cristo dijo: "Santifícalos
en la verdad; tu palabra es verdad". De manera que para lograr una
verdadera unificación de las iglesias tendríamos que ponernos de acuerdo
primordialmente en lo que es la verdad de Cristo.
El movimiento ecuménico ha logrado lo que ha logrado, basado en un
liberalismo donde cualquiera que profesa ser cristiano pudiera entrar y
sentirse aceptado, sin sentirse juzgado por nadie. Estamos de acuerdo con que
no debemos vivir juzgando al otro, pero es la Palabra que juzga nuestras
acciones; y cuando la Palabra
de Dios descalifica a un grupo para ser llamado cristiano, entonces no podemos
estrechar los lazos con aquellas personas que dicen ser cristianas pero que no
abrazan la verdad.
Finalmente quisiéramos hacer la salvedad de que con frecuencia una
iglesia no crea exactamente, cien por ciento igual, cada una de las cosas que
otra iglesia crea; pero esto no implica que estas dos iglesias no pudieran
tener comunión, hermandad, trabajar juntas, amarse y admirarse la una y la
otra. Lo que sí estamos tratando de
comunicar es que hay verdades fundamentales del evangelio que no pueden ser
negociadas. Y cuando iglesias llamadas cristianas, negocian las verdades
fundamentales del evangelio, lamentablemente no nos queda otro camino que no
sea el de divorciarnos de la asociación con ellas, y pedirle a Dios que pueda
restaurar la verdad en el seno de las mismas.