“No me avergüenzo del evangelio, porque es poder
de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente.” Rom 1:16
Antes de
que Dios enviara a su Hijo a la tierra, el plan de Dios era salvar al mundo por
medio de Israel; pero Israel fue incrédulo. Se describe su incredulidad en una
parábola acerca de un rey que preparó una fiesta de bodas para su hijo y llamó
a los convidados (Israel). Cuando los invitados no quisieron ir, algunos por
indiferencia y otros por enemistad, el rey dijo a sus siervos: “Id, pues, a las
salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis” (Mt. 22:9). Jesús empleó esa parábola para describir a
los israelitas apóstatas, que rechazaron a su Mesías y se perdieron la fiesta
planificada para ellos.
Entonces
Dios hizo la invitación a otro grupo: los gentiles. Dios escogió a un pequeño
grupo de personas reunidas en un monte de Galilea y a otro grupo de discípulos
en Jerusalén para evangelizar al mundo perdido. Por medio de ellos haría la
obra que la nación de Israel se había negado a hacer, y a nosotros se nos llama
a continuar esa obra.
JOHN MACARTHUR - (Devocional "LA VERDAD PARA HOY”)