Por Pastor Sugel Michelén
El siguiente argumento a favor de la existencia de Dios fue presentado
originalmente por Agustín de Hipona en el segundo libro “Sobre la Libertad de la Voluntad ”, escrito en el
395. El filósofo Gordon H. Clark propone este argumento en 6 pasos:
A. La verdad
existe.
B. La verdad es
inmutable.
C. La verdad es
eterna.
D. La verdad es mental.
E. La verdad es superior a la mente humana.
F. La verdad es
Dios.
“LA VERDAD EXISTE ”. Clark establece este punto
recordándonos que cualquier negación de que la verdad existe se refuta a sí
misma. Si una persona afirma que no existe la verdad, lo que está declarando es
que él cree verdaderamente que la verdad no existe. Tal declaración es auto
destructiva y, por lo tanto, tiene que ser falsa por necesidad. Una persona que
realmente cree eso debería callarse la boca y no afirmar nada como verdadero.
“LA VERDAD ES INMUTABLE”. Por la naturaleza misma de la
verdad, es imposible que esta pueda cambiar. Lo que es verdad hoy, si es
verdad, tiene que seguir siendo verdad mañana y siempre.
“LA VERDAD ES ETERNA”. Negar la eternidad de la verdad
sería auto contradictorio. Supongamos que digo: “Barack Obama es el actual
presidente de los Estados Unidos de Norteamérica”. Dentro de cien años se dirá
que en el 2014 Obama fue presidente de EUA. Y aún si el mundo dejara de existir
y no hubiese nadie que manejara ese dato, el dato seguiría siendo verdadero.
“LA VERDAD ES MENTAL”. La existencia de la verdad presupone
la existencia de las mentes. “Sin una mente, la verdad no podría existir. El
objeto de conocimiento es una proposición, un sentido, un significado; es un
pensamiento” (Clark; cit. por Ronald Nash en Life’s Ultimate Questions; pg
297).
“Para Clark, la existencia de la verdad es incompatible con cualquier
visión materialista de los [seres] humanos… Para los materialistas, los
pensamientos son siempre el resultado de cambios corporales. Este materialismo
implica que todo pensamiento, incluyendo el razonamiento lógico, es meramente
el resultado de una necesidad mecánica. Pero los cambios corporales no pueden
ser ni falsos ni verdaderos. Un conjunto de movimientos físicos no pueden ser
más verdaderos que otros. Por lo tanto, si no existe la mente, no puede haber
verdad; y si no hay verdad, el materialismo no puede ser verdad. De igual
manera, si no hay ninguna mente, tampoco puede haber tal cosa como un
razonamiento lógico, de lo que se deduce que ningún materialista tiene la
posibilidad de proveer un argumento válido para su posición” (Nash; Ibíd.).
“LA VERDAD ES SUPERIOR A LA MENTE HUMANA ”. Lo que Clark quiere decir con esto
es que, por su misma naturaleza, la verdad no puede ser subjetiva e
individualista. La verdad, si es verdad, debe ser universal. Pero lo cierto es
que la verdad es inmutable, mientras que la mente humana no lo es. Más aún, por
cuanto la verdad es universal, la mente humana no puede erigirse en juez de la
verdad; más bien es la verdad la que juzga nuestra razón. Cuando nosotros
decimos que una persona está equivocada, estamos juzgando la mente de esa
persona antes que juzgar la verdad; en tal caso la verdad es el parámetro que
nos sirve de estándar para evaluar la mente de esa persona.
“Si la verdad y la mente humana
fueran iguales, la verdad no pudiera ser eterna e inmutable ya que la mente
humana es finita, mutable, y sujeta a error. Por lo tanto, la verdad debe
trascender la razón humana; la verdad debe ser superior a cualquier mente
humana individual así como a la suma total de todas las mentes humanas. De esto
se deduce que debe haber un mente más alta que la mente humana en la cual
reside la verdad” (Nash; op. cit.; pg. 298).
“LA VERDAD ES DIOS”. “Debe haber una base ontológica para
la verdad. Pero la base de la verdad no puede ser ninguna cosa perecedera o
contingente. Ya que la verdad es eterna
e inmutable, esta debe existir en una Mente eterna e inmutable. Y ya que
sólo Dios posee tales atributos, Dios debe ser verdad… Las verdades o
proposiciones que pueden ser conocidas son los pensamientos de Dios, los
pensamientos eternos de Dios” (Ibíd.).