"...Lo que Dios juntó..." Mateo 19:6
El mayor problema del
matrimonio es el egoísmo. Cuando has pasado la vida haciendo las cosas a tu
gusto, cuesta mucho ceder ese derecho y remitírselo a otra persona. Algunos
días lo harás bien, otros regular y otros mal. Escribe Paul Tripp: "Cuando
vivimos para el reino del ego, nuestras decisiones, pensamientos, planes,
acciones y palabras están dirigidas por el propio interés y buscamos rodearnos
de personas que se acoplen a los propósitos de ese reino".
El problema de eso es,
según Lynn Roush: "Un matrimonio de dos personas donde cada una sirve a su
propio reino acabará en una batalla encarnizada. Pero cuando ambos se someten
al Reino de Dios, donde gobierna Cristo y donde encontramos felicidad y vida,
el matrimonio se convierte en una oportunidad de salir de ese reino mezquino
del ego y empezar a disfrutar de la belleza y las ventajas del Reino de Dios.
El mayor problema del matrimonio es uno mismo. Siempre estamos listos para defendernos y tendemos a echar la culpa al
otro, mientras que nosotros nos creemos perfectos. No es de sorprender,
entonces, que Dios use el matrimonio para revelar el pecado de fariseísmo, es
decir, el creernos mejores que los demás. Un matrimonio puede ser transformado
cuando uno de los dos se da cuenta de ese pecado y confiesa humildemente lo que
ha hecho para dañar la relación".
Hasta que las dos
partes no entreguen su reino y se unan como uno solo para vivir los principios
del Reino de Dios, no encontrarán paz, armonía, amor y felicidad. A lo mejor
piensas 'No sabía que el matrimonio fuera tan difícil'. Dios lo estableció así
para poder dirigir nuestros corazones a Su Reino -y rescatarnos de los
reinecillos que nos hemos creado-.
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén no
descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en la Tierra.. ." (Isaías
62:1-7)
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")