“¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como
la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” Mateo 23:57
Jesús se
interesaba profundamente por las personas. Nuestro Señor llevó a Felipe (Jn.
1:43), a Mateo (Mt. 9:9) y a Pedro y a Juan (Mt. 4:18-19) a la fe con el
llamado: “Sígueme”. En Juan 4, junto a un pozo se encontró con una mujer y la
llevó a la salvación. En Lucas 19, se encontró con Zaqueo, un recaudador de
impuestos, a quien guió a la confesión de pecado, al arrepentimiento y a la fe.
En Juan 3, enseñó a Nicodemo acerca del nuevo nacimiento. En Marcos 10, llevó
al ciego Bartimeo a que creyera en Él. En Marcos 5, Jesús sanó a un endemoniado
en la región de los gadarenos. Y Lucas 23 cuenta de su breve pero conmovedor
encuentro con el ladrón en la cruz (vv. 40-43); antes de entregarse a Dios,
Cristo lo rescató del infierno eterno.
El corazón de Jesús se afligió por las almas
perdidas. En Juan 5:40, tenemos una vislumbre de la pasión de Cristo
cuando dijo: “No queréis venir a mí para que tengáis vida”. Tienen un tono
melancólico esas palabras. ¿Resuena en su corazón el afecto de sus palabras?
JOHN MACARTHUR - (Devocional "LA VERDAD PARA HOY”)