UN AMOR QUE ROMPE CADENAS
Por Natalie Mariel Castillo F. (M. Aviva Nuestros Corazones)
¿Alguna vez has escuchado o dicho alguna de estas frases? “¡No puedo
hacerlo!” “¡Mi circunstancia no mejorará!” “¡Él/ella no cambiará!” “¡Ya perdí
la cuenta de cuántas oportunidades le he dado para que cambie!” “Seguir
esperando… ¿Y para qué?” “¿Y existirá algo mejor?”
En ocasiones, la sombra de la duda incrementa los pensamientos de
incertidumbre e impaciencia y finalmente éstos sobrepasan a aquélla. ¿Qué tal
si sientes que ya has soportado y esperado lo suficiente, y estás a punto de
darte por vencida?
“No perdáis, pues, vuestra
confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para
que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Mas el justo
vivirá por fe.” Hebreos 10:35-36
Esos pensamientos de desánimo pudieran venir con frecuencia a tu mente,
siendo más continuos en este mes en que comercialmente se celebra el amor y la
amistad; te llenas de cuestionamientos y sientes que ya no tienes fe en esa
persona o circunstancia.
Te pido que me acompañes por un
viaje a redescubrir un amor que rompe cadenas. Los eslabones de la falta de fe, de
la duda, desconfianza e impaciencia son rotos por el gran amor de Cristo que
nos hace libres. Y al recibir nuestra identidad junto a Jesús, somos
copartícipes de esta libertad que cubre multitud de faltas: Cristo es el reflejo del verdadero amor sacrificial, pues soportó la
carga de nuestros pecados, por amor, por medio de Su gracia. “Porque de tal
manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.” Juan 3:16
Las promesas de Dios nos transforman de adentro hacia afuera de manera
tal que podemos confiar en la providencia de Dios, pues ahí radica la verdadera
seguridad, “Y conocerás que yo soy Jehová, que no se avergonzarán los que
esperan en mí.” Isaías 49:23
Frente a cualquier circunstancia, lo
esencial es que nuestra fe descanse en la Palabra escrita de Dios para que nuestro principal enfoque
sea examinar el ejemplo de Cristo y Su llamado a que vivamos con un corazón
confiado en lugar de dejarnos controlar por nuestras emociones, “No os
conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta.” Romanos 12:2
Abracemos la realidad de la gracia sin medida, el amor incondicional y
la esperanza redentora por medio de Cristo para dar los primeros pasos fuera de
la sombra de la incertidumbre e impaciencia. Identifiquemos aquellas
circunstancias desencadenantes de duda, enojo e inquietud y los efectos
destructivos que tienen sobre nuestras relaciones y la manera en que expresamos
amor. Solo entonces viviremos más allá de las sombras de la duda por medio de
Aquel que rompe toda cadena, Cristo.
Finalmente recordemos, “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene
envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no
busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más
se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta. El amor nunca deja de ser…” 1ª
Corintios 13:4-8
¿Cuáles circunstancias que desencadenan el pecado de la duda, incertidumbre o impaciencia
están afectando tu relación con otros? ¿Por qué no le pides al Señor que rompa
esas cadenas y descansas plenamente en Cristo? ¿Cómo puedes hacer cambios y
mostrar el amor de Cristo en tus
relaciones?


