“Si confesares con tu boca que Jesús es el
Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás
salvo.” Romanos 10:9
Para dar
gloria a Cristo, debemos confesarlo como Señor. Eso es parte de la salvación,
no un acto subsiguiente. La salvación es cuestión de confesar que Cristo es
Dios y, por lo tanto, que Él es soberano en su vida.
Si nunca ha
confesado a Jesucristo como Señor, no puede vivir para su gloria. No puede
decir: “Niego a Cristo. Él no es mi Salvador ni Señor”, y luego esperar
glorificar a Dios. Si usted no honra al Hijo, no honra al Padre (Jn. 5:23). Así
que la salvación es el necesario comienzo de glorificar a Dios y, por lo tanto,
para el crecimiento espiritual. No se puede crecer hasta que no se haya nacido.
JOHN MACARTHUR - (Devocional "LA VERDAD PARA HOY)