AYUDA MI INCREDULIDAD
Por Rafaela Luciano de Viñas
“Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.” Marcos 9:23-24
En el diario vivir
nos toca enfrentar diversidad de situaciones difíciles, algunas pasajeras;
otras que llegan como para quedarse, este es el caso que estaba viviendo el
padre del muchacho que narra este pasaje
de las Escrituras. El joven era asediado
desde niño por un espíritu mudo que le ocasionaba daños a su cuerpo, pues dice la Palabra que a veces le
echaba en el fuego o en el agua.
Imagina qué situación tan dura vivía esta
familia, ese padre estaba atribulado al ver como su hijo iba desmejorando cada
vez más y supongo que el mismo muchacho en momentos de lucidez sentía los
dolores en su cuerpo propios del maltrato al que le sometía ese espíritu. Creo que ninguna de nosotras ha pasado por semejante prueba, pero no es
menos cierto, que muchas veces han llegado aflicciones a nuestras vidas, que
nos sacuden de manera tal que nos derriban y sentimos que no podemos
levantarnos.
En esos momentos, al
igual que este padre, debemos acudir al Maestro, en busca de alivio, pues
necesitamos desesperadamente ser auxiliadas. Ese es el primer paso,
presentarnos ante el Trono para alcanzar el oportuno socorro. Me encanta ver
cómo al momento de hacer su petición este hombre era sincero pues cuando Jesús
le responde “Si puedes creer, al que cree todo le es posible” él Le confiesa
sinceramente “creo, ayuda mi incredulidad”, es como una contradicción de términos,
pero ciertamente es la misma posición que muchas de nosotras adoptamos a la
hora de pedir algo a nuestro Señor.
Sabemos que El todo lo puede, pero hay algo en nuestro interior que
todavía no se rinde completamente a esta verdad, y entonces aún tenemos que
hacer esta otra petición: ayuda mi incredulidad.
Dice Hebreos 11:6
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se
acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”
Pidamos a Dios que
aumente nuestra fe, que podamos confiar en El independientemente de las
circunstancias; que nuestros ojos estén puestos en Jesús el Autor y Consumador
de la fe y así vivir de una manera agradable a Él.