“Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho
lo malo delante de tus ojos.” Salmo 51:4
Si quiere
pecar cada vez menos y tener un mayor desarrollo espiritual en su vida, debe
aceptar su responsabilidad. No le eche la culpa a sus circunstancias, a su
cónyuge, a su novio o a su novia, a su jefe, a sus empleados o a su pastor. Ni
siquiera le eche la culpa a Satanás. Su pecado es culpa suya. Sin duda que el
sistema del mundo puede contribuir al problema, pero el pecado ocurre en
definitiva como un acto de la voluntad; y usted es responsable de eso.
Tal vez uno de los mejores ejemplos de alguien que
aprendió a aceptar su responsabilidad sea el del hijo pródigo. Cuando
volvió a casa con su amoroso padre, dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo” (Lc. 15:21). Estuvo
incluso dispuesto a que se le tratara como a un modesto jornalero porque sabía
que no merecía nada (v. 19). Esa es la actitud correcta de alguien que confiesa
su pecado.
JOHN MACARTHUR - (Devocional "LA VERDAD PARA HOY)