LA MODA DE OÍR LA VOZ DE DIOS
Por Pastor Julio Martínez
Una
de las ventajas de tener relación con no creyentes y nuevos creyentes es que te
ayuda a tomar contacto con la realidad. Las preguntas que te hacen suelen ser
un indicador real de cómo nos ven desde fuera, y muchas veces son dolorosamente
certeras acerca de los problemas que tenemos.
En
una ocasión un joven me preguntó sobre “oír la voz de Dios”. “¿Cómo es posible
que tanta gente en mi iglesia oiga la voz de Dios?”.
Le
pregunté a qué se refería (aunque no tenía duda alguna): “Sí, de vez en cuando
alguien te dice “Dios me ha dicho que tenía que hacer esto o lo otro”, lo peor
es cuando te dicen que Dios les dijo algo sobre mí, ¿por qué Dios no me lo dice
a mí, sencillamente?”.
Mi
respuesta es clara: porque Dios NO les dijo nada a esas personas. Mezclaron
ilusiones con lo que es la voz de Dios. Muchas veces lo que ellos creen que es
la voz de Dios no es más que su propia voz.
Esta
respuesta no mejoró las cosas. “¿Cómo es posible que creyentes que se suponen
maduros, al menos son más maduros que yo, digan esas cosas?”
Eso
mismo me pregunto yo, amigo. ¿Cómo es posible que alguien se atreva a decir
“Dios me dijo…”? En Israel cuando un falso profeta abría la boca solía
terminal mal. Muy mal. (Leer Dt 18.19 y ss)
Estamos
ante una MODA. La moda de decir que oímos la voz de Dios. Y esto no sólo ocurre
en iglesias de corte carismático, también ocurre en iglesias que han sido más
conservadoras a la hora de adoptar estas prácticas. “Dios me dijo que no debería
matricularme en Microeconomía. Dios me dijo que dejara de salir con Pedro. El
Señor me dijo que debía esperar a que Él me pidiera perdón”.
¿Cómo
es de grave esta moda de afirmar que Dios te habla (sin que lo haya hecho,
claro)? Es grave porque:
1. NO ES CIERTO. Así de
sencillo. No oíste nada en tu habitación, sino que sentiste o creíste sentir
algo. Tuviste un convencimiento de qué hacer, algo que bien podría ser tu
sentido común, o una corazonada. Al menos los no creyentes son a veces más
honestos.
2. TE PONES POR ENCIMA DE LA PALABRA
DE DIOS.
Cuando alguien llega y te dice: “Dios me dijo esto”, da igual lo que la Biblia
diga, ¡esa persona dice que oyó a Dios! Así que su pastor puede intentar en
vano de convencerle de lo contrario, da igual de cuantos textos de la Palabra
use, esa persona está por encima de su pastor, de la iglesia, de la Biblia, ¡e
incluso de Dios!
3. TE PONES EN UN PELIGROSO
DESLIZADERO.
Has entrado en el engañoso mundo de interpretar señales como la voluntad de
Dios. Lo mismo que los agoreros. Esto de interpretar cosas es muy subjetivo,
que la caldera te dejara sin agua fría puede significar que no tenías que haber
salido de casa, o que salieras a la obra misionera, ¡puede significar cualquier
cosa!, cuando lo más seguro es que signifique que necesita ser reparada.
Vivir
interpretando señales es vivir ignorando la Biblia y vivir pendiente de tu
pequeño mundo interior de sensaciones y corazonadas. Quizás te parezca más
emocionante, pero es puro subjetivismo.
No
hay mejor cura para esa peligrosa actitud que vivir sometido a la autoridad de
Dios mismo tal como nos está revelado en Su Palabra, la cual no cambia, es
perfecta, y es una luz para nuestra vida diaria. “Masticar” a diario la Biblia,
meditar en ella, memorizarla, y orar buscando a Dios es la mejor manera de
vivir una vida cristiana victoriosa, plena, gozosa, madura.
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Julio
Martínez pastorea una iglesia del noreste de Madrid.